10 Restricciones a las mujeres en Afganistan, bajo los talibán
Con la llegada de los talibanes hace ahora dos años, en agosto de 2021, Afganistán ha vuelto a sumirse en un oscuro capítulo. La esperanza de progreso y empoderamiento que había comenzado a tomar forma se ha transformado en un vendaval de restricciones draconianas que silencian y someten a mujeres y niñas.
La educación ha sido transformada en un espejismo inalcanzable bajo el régimen talibán. Las aulas, que alguna vez resonaron, ahora están cerradas a las niñas y mujeres jóvenes. La participación pública, un camino hacia la igualdad, ha sido brutalmente limitada. El espacio político y laboral se ha estrechado y las oportunidades, que alguna vez prometieron un cambio social significativo, se han evaporado. La libertad de movimiento, un símbolo de independencia y autonomía, también ha sido severamente restringida.
Como vemos, con la llegada de los talibanes, cada faceta de la vida de una mujer en Afganistán ha sufrido transformaciones radicalmente abusivas. Arrojamos luz sobre este torbellino de cambios y la prisión invisible en la que se ha convertido este país para ellas.
1. Ir al colegio o a la universidad. La educación ha sido vetada
Poco después de que los talibanes asumieran el control en agosto de 2021, las niñas mayores de 12 años vieron pospuesto indefinidamente su derecho a ir a la escuela. Las mujeres, por su parte, tuvieron prohibido el acceso a la enseñanza superior. Al principio, se impuso una estricta segregación por sexos, dividiendo a mujeres y hombres, pero a finales de 2022, un decreto emitido por el Ministerio de Educación afgano expulsó por completo a las mujeres de los espacios de aprendizaje.
2. Trabajar. Las mujeres han sido excluidas del mercado laboral
El escenario laboral para las mujeres en Afganistán ha sufrido una transformación radical. La prohibición de empleo fuera del hogar ha dañado gravemente la economía familiar. Solo un número limitado de doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en ciertos hospitales de Kabul para atender a mujeres y niñas, y siempre y cuando no puedan ser reemplazadas por hombres. Además, tienen prohibido interactuar con sus colegas varones. En las zonas rurales hay muy pocas médicas y ellas también están sujetas a las mismas restricciones de movimiento que sus pacientes. Las mujeres no pueden viajar sin la compañía de un mahram, un pariente masculino, como padre, esposo o hermano.
3. Vestir como quieran. Las mujeres deben cumplir un estricto código de vestimenta
El código de vestimenta de las mujeres ha sido sometido a una normativa extrema. Las mujeres deben estar cubiertas desde la cabeza hasta los pies.
Aquellas que se atreven a desafiar las reglas impuestas por los talibanes o que no están acompañadas por su mahram se enfrentan a castigos como azotes, palizas y abusos verbales. Incluso actos aparentemente inofensivos, como mostrar los tobillos, pueden ser castigados.
Estas regulaciones se extienden incluso a los detalles más íntimos de la indumentaria femenina. El uso de zapatos de tacón ha sido prohibido, bajo la premisa de que podrían producir un sonido al caminar que sería escuchado por los hombres. La elección de pantalones acampanados también está vedada, incluso si estos quedan ocultos bajo el burka.
4. Ir al salón de belleza
Una orden emitida por los talibanes ha dado pie al cierre forzado de miles de salones de belleza en Afganistán. Estos lugares no solo eran una fuente esencial de ingresos para las economías familiares, sino que también desempeñaban un papel fundamental como espacios seguros de encuentro y unión para las mujeres.
5. Salir de casa sin un mahram
Las mujeres en Afganistán no pueden salir de sus hogares a menos que estén acompañadas por un mahram, un hombre de parentesco cercano como padre, hermano o marido. Esta regulación se extiende incluso al acto de desplazarse, ya sea en autobús o en taxi. Estas restricciones limitan su autonomía, su movilidad y su acceso a servicios básicos, oportunidades laborales y espacios de socialización.
6. Practicar deporte. Vetado para las mujeres
La exclusión de las mujeres de la esfera deportiva es otra dura realidad, así como el acceso a los centros deportivos. Estas prohibiciones no solo perjudican su salud y su bienestar, sino que cercenan su potencial para sociabilizar, crecer y desarrollarse.
7. Subir a un autobús con hombres. Segregación en el transporte
Bajo el régimen talibán, incluso los espacios de transporte público se han convertido en un reflejo de la segregación de género que prevalece en la sociedad. Los autobuses se han transformado en vehículos de división, marcando un límite inequívoco entre los mundos de hombres y mujeres.
8. Elegir con quién se casan, cuántos hijos/as quieren tener y cuándo mantener relaciones fuera del matrimonio
El número de matrimonios precoces y forzados en el país ha aumentado enormemente debido a la grave crisis económica y humanitaria y a la falta de perspectivas educativas y profesionales para las mujeres y las niñas, por lo que, ante esta situación tan desesperada, las familias obligan a las mujeres y niñas a casarse con talibanes; a la par que los talibanes obligan a las mujeres y niñas a casarse con un talibán. Esto tiene un grave impacto en la salud y la vida de las niñas y mujeres, quienes ven mermada su autonomía y su poder de decisión con respecto a su cuerpo y su futuro, teniendo graves consecuencias para toda su vida.
9. Ser vistas
Los espacios privados, como los hogares, también se han vuelto campos de vigilancia, donde se perpetúa su invisibilidad y sometimiento. En este sentido, las mujeres no pueden asomarse a los balcones o ventanas de sus domicilios para no ser vistas. Y para evitar que cualquier extraño pueda verlas es obligatorio que las ventanas sean opacas.
Nadie puede fotografiar o filmar a mujeres ni publicar imágenes de ellas impresas en revistas y libros. Esta restricción disminuye la visibilidad y el reconocimiento de las mujeres en la sociedad, relegándolas a un papel secundario y negando su capacidad para influir y contribuir al desarrollo del país.
10. Protestar. Negada la libertad de expresión
La opresión de los talibanes ha dado lugar a un movimiento de resistencia valiente y pacífico, liderado por mujeres y niñas en todo Afganistán. Sin embargo, esta lucha por derechos básicos como la libertad de expresión, de asociación y de reunión no está exenta de sufrimiento y adversidades.
Las protestas pacíficas se han convertido en un terreno peligroso para estas valientes mujeres que han sido víctimas de palizas y descargas eléctricas con pistolas paralizantes. A pesar de esta brutal represión, las mujeres y niñas continúan haciendo frente a los riesgos y luchando por la defensa de sus derechos humanos.
Amnistía Internacional y los derechos de las mujeres y niñas en Afganistán
Las mujeres afganas tienen que enfrentarse a un oscuro panorama bajo el régimen talibán. La negación de sus derechos básicos, la limitación de oportunidades y la coerción constante forjan un futuro lleno de obstáculos. Sin embargo, a pesar de este desolador contexto, mujeres y defensoras de los derechos humanos tanto dentro como fuera de Afganistán se organizan, intentan coordinar protestas, se reúnen y se manifiestan, tratando de resistir y defender su libertad. Muchas son las que siguen recordando al mundo que la búsqueda de la justicia y la dignidad nunca puede ser silenciada por completo, y nos piden a la comunidad internacional: “hablen de nosotras, no nos olviden”.
Desde Amnistía Internacional trabajamos en la defensa de los derechos de las mujeres y niñas afganas. Denunciamos las violaciones de sus derechos humanos, generamos conciencia a nivel global y presionamos por cambios significativos en las políticas y prácticas discriminatorias a través de la incidencia y la movilización. Nuestro compromiso continuo es esencial para promover la igualdad de género y garantizar un futuro más justo y seguro para las mujeres y niñas en Afganistán y en todo el mundo.
Por Mireya Cidón (@mnodic), Amnistía Internacional España