Talar la selva: lo que nunca esperarías hicieran con tu dinero
Leche de vacas alimentadas con soja. Galletas elaboradas con aceite de palma. Papel de cocina fabricado a partir de fibras de celulosa no reciclada. Café, cacao, carne congelada,…. Es casi imposible saber cuánto de lo que hay en nuestra cesta de la compra está causando deforestación, destrucción de ecosistemas o abusos de derechos humanos en algún otro lugar del mundo.
Un informe reciente de Global Witness vincula la demanda internacional de materias primas con el preocupante repunte de la deforestación en Brasil.
Los últimos datos aportados por el gobierno de Brasil confirman que la deforestación ha aumentado a lo largo de 2020: se estima que este año se han producido un 25% más de incendios que en 2019, y sólo en Brasil, el 70% de las tierras despejadas en el Amazonas están ahora pobladas por ganado.
Fuera de la Amazonía, en el Pantanal o en los bosques del Cerrado o en el Chaco argentino, es la expansión de la soja el principal motor de esta deforestación. Carne y soja que acaban en nuestros platos.
Mientras este problema siga existiendo y, lo que es peor, aumentando, no debería ser responsabilidad de la ciudadanía la ardua tarea de mirar las etiquetas para averiguar qué productos están o no relacionados con la deforestación después de un largo día de trabajo.
En la Unión Europea, esta misma ciudadanía acaba de alcanzar un hito: casi 1,2 millones de personas acaban de decirle a la Comisión Europea que reduzca la contribución de Europa a la destrucción mundial de los bosques manteniendo fuera del mercado de la UE aquellos productos y materias primas procedentes de la destrucción de los ecosistemas y, por lo tanto, fuera de los comercios y las estanterías y los de las grandes superficies.
Más de un millón de personas han participado en una consulta pública lanzada en septiembre por la Comisión Europea sobre cómo abordar la huella ambiental de Europea en los bosques del planeta.
Esta cifra es el número más grande jamás alcanzado en una consulta de la UE sobre cuestiones medioambientales, y la segunda más grande de la historia, solo superada por la consulta sobre la eliminación del horario de verano. Y este gran participación ha lanzado un mensaje claro: necesitamos una nueva ley en la la UE que asegure de manera estricta y rigurosa que los productos vinculados a la destrucción forestal y la violación de los derechos humanos no se puedan vender en el mercado europeo.
Este clamor popular para acabar con la deforestación inducida por el modo de vida europeo también ha tenido eco en el Parlamento Europeo. La europarlamentaria Delara Burkhardt lideró un informe a través de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento, que tuvo la mayoría en el plenario, que pide a la Comisión Europea que empiece a redactar esa nueva ley que reduzca el impacto devastador del consumo europeo en el medio ambiente de todo el planeta.
Más que bosques
La Comisión formuló una pregunta concreta sobre los bosques, pero ha obtenido respuestas del público y del Parlamento que profundizan en el núcleo de los efectos no deseados del consumo en Europa.
Los ingredientes de los productos que compramos pueden cultivarse en tierras que fueron taladas de bosques, pero los bosques no son el único ecosistema amenazado por la expansión de la agricultura industrial. Sabanas y pastizales con alta biodiversidad como el Cerrado en Brasil también se queman y talan para expandir las plantaciones de soja, por ejemplo. Las bosques de turbera de Indonesia se talan, queman y drenan para cultivar aceite de palma o plantaciones de madera para la fabricación de pasta de papel.
La tala de bosques y otros ecosistemas para expandir la frontera agrícola a menudo también tiene un alto coste para las personas que viven allí. Violaciones de los derechos humanos y asesinatos están frecuentemente relacionados con la expansión agrícola en todo el mundo, como los bien documentados casos de pueblos indígenas asesinados defendiendo la selva amazónica.
Cualquier nueva ley de la UE que aborde el impacto que tiene el consumo europeo en los ecosistemas también debe garantizar que los productos vendidos en la UE tampoco están vinculados con estas violaciones de los derechos humanos.
Finanzas limpias
Tanto el Parlamento Europeo como la abrumadora respuesta a la consulta de la Comisión dejaron en claro que la UE no solo debe abordar el impacto que tiene su consumo en el extranjero, sino también las inversiones y las finanzas. Más de un millón de personas, y el informe del Parlamento, pidieron a la Comisión Europea que responsabilice a los bancos y otras instituciones financieras de los proyectos que financian.
Los europeos deben estar seguros de que los bancos en los depositan sus ahorros no invierten en proyectos que destruyen la naturaleza o violan los derechos humanos de las personas.
Los líderes de la UE se apresuran a reprender a los gobiernos de otros países por no proteger ecosistemas preciosos y están suplicando a personas como el presidente Bolsonaro en Brasil que frenen la deforestación, pero luego están felices de financiar su destrucción comprando productos de la tierra despejada o invirtiendo en el empresas responsables.
Es hora de que acabe la hipocresía. El comercio de materias primas procedentes de la deforestación y la complicidad del sistema financiero de la UE deben acabar.
Licenciado en Biología por la Universidad Complutense de Madrid, Post-grado en Ordenación del Territorio por la Universidad Politécnica de Valencia y Diplomado en Educación Ambiental por la UNED. Responsable de las campañas de Bosques y Empresas y DDHH en Greenpeace España. Twitter: @NanquiSoto