Jesucristo y su padre
—Lo siento hijo. Sé que puede parecer egoísta por mi parte, pero es necesario. Las cosas en el mundo están tomando un rumbo, del cual es difícil que se recuperen. Reconozco el haber pensado que mi obra iba a tener más recorrido. Sinceramente me encuentro frustrado, no esperaba tanto desastre y tan mala gestión de los bienes que les he concedido.
—Padre lo que me pides es mucho, siento miedo, siento dolor anticipado y lo que es peor, siento que va a ser un sacrificio inútil. El mundo va a seguir igual. Sabemos que los hombres no ven las cosas como tú y yo. Ellos solo ven lo inmediato lo efímero. No son capaces de ver en conjunto y con perspectiva. Padre no quiero salvar al mundo de ellos mismos, para que al final estén en el mismo lugar dentro de poco. Voy a sufrir para nada.
—Puede que no sirva para nada, pero no podemos dejar de intentarlo. El ser humano no para de sorprendernos y a veces su genialidad opera milagros. Ya sé que mi posición es fácil puesto que yo no soy el que va a nacer para sufrir y morir. No obstante, creo que debes hacerlo.
En el gran panel del tiempo, delante de ellos, vieron pasar la historia. Fijándose solo en un lugar la Tierra, vieron muerte y desolación. Vieron el ser humano matándose entre sí por millones. Había rabia, dolor y mucha avaricia. También había amor y genialidad. Pero era evidente que el ser humano era demasiado egoísta. Era avaricioso. Era malo para sí mismo y para los demás.
—Y viendo esto Padre, sigues queriendo que baje y muera por ellos.
—Si.
En Belén de Judea en tiempos del Rey Herodes, nació Jesús. Hizo lo que se esperaba de él. Murió a los 33 años crucificado.
En los siguientes veinte siglos el hombre siguió matando, robando, su avaricia sigue sin tener límites. Su egoísmo solo es comparable con su necedad.
—Y ahora que padre, sé que no es necesario que diga nada todo está ahí pero, no dejaras de reconocer que parece no tener arreglo.
—No digas eso, puede parecer tu sacrificio inútil, pero sabes que no lo es. Le hemos dado una nueva oportunidad y aunque les está costando reaccionar yo tengo esperanza. Creo haber sembrado una semilla a más largo plazo y que esta terminará dando fruto.
—Padre si cada día parece que empeora más y más. Hubo momentos en que se vislumbraba luz, pero hoy parece puro espejismo. No le veo eso que tú dices. Puede que haya cambiado la forma de la maldad, pero está ahí. Sí, tenemos casos especiales de generosidad, puede que muchos, pero en general en el fondo creo que no hicimos bien.
—Te equivocas, el ser humano es genial en su conjunto y al final el tiempo me dará la razón. Por lo menos eso espero.
Unos seiscientos millones de personas han muerto en el último siglo a causa de conflictos bélicos, asesinatos, contaminación, hambre.
El hijo se volvió hacia el padre.
—Lo siento padre, creo que no mereció la pena. Te das cuenta que al margen de todo esto, en mi nombre se han cometido las mayores atrocidades que se pueda uno imaginar. Al margen el número de agnósticos aumenta debido a la mala gestión de los que nos representan. Nuestros hombres de fe están en un mundo paralelo al real no son reflejo del mundo en el que viven. Me gustaría que reflexionáramos sobre todo esto. Y quizás entender, que donde no hay hombres no hay problemas, padre.
—Hijo, yo soy padre y me entristece lo que veo. Pero quiero creer que mi creación va a salir adelante. No quiero pensar de otra manera. Si lo hiciera quizás me vería obligado a destruirla.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 1 de octubre de 2021