Hanami-La contemplación de la floración del cerezo –
Este invierno estaba siendo especialmente malo para Toyotomi Katsuie, sus mas de setenta años y una gripe muy agresiva, le estaban pasando factura. Unido a ello, una extraña enfermedad había atacado a muchos de los cerezos del Nishinomaru Garden en el castillo de Osaka, del que él era el jardinero jefe.
Esa mañana de finales de Enero, desoyendo las recomendaciones de su hija cogió su bicicleta y se fue al trabajo.
Nada mas llegar una profunda reverencia de Hideyoshi, su ayudante sirvió como inicio de una mañana poco agradable para Toyotomi.
—Maestro hemos realizado una comprobación cerezo por cerezo de los más de seiscientos que están a nuestro cargo. Hemos analizado las enfermedades más normales, antracnosis, botrytis, chancro, virus moteado. Hemos consultado siguiendo sus indicaciones con los jardineros jefes de Hirosaki Park, Shinjono Gyoem, Mitsike Koen, Mihara Takiza y Chureito Pagoda. No han sabido darnos ninguna explicación a los problemas que presentan nuestros cerezos. Los dardos donde tiene que salir sus yemas de floración no maduran. Y lo que es peor, en el recuento hemos observado un aumento significativo de árboles con el mismo problema.
—Gracias Hideyoshi —dijo el maestro a la vez que hacía una pequeña inclinación de cabeza hacia su ayudante—. Te agradezco el gran esfuerzo que has hecho debido a mi estado de salud. Ahora voy a mi cuarto y luego seguiremos hablando.
Una nueva y profunda inclinación del cuerpo del ayudante dio por terminada la conversación.
El cuarto era un pequeño local junto al almacén que a Toyotomi le servía como oficina, lugar para pensar y descansar. En los cincuenta años que llevaba cuidando esos jardines, cuarenta como jardinero jefe, muchas noches las había pasado allí sin volver a su casa. El cuidado de esos jardines era su vida.
Había sustituido a su padre en el cargo. Su padre fue quien reconstruyo todos aquellos jardines, destruidos durante la segunda guerra mundial y a su muerte un poco prematura, su hijo había ocupando su puesto.
En un lateral de la gran mesa que tenía en su cuarto, había un pequeño altar. En él había dos pequeños bonsáis y una foto de sus padres, puso dos varillas de incienso delante de su foto y en un ejercicio practicado muy a menudo se inclinó y luego arrodilló pidiendo la ayuda de los Ujigami de su familia. Sus ancestros, a los que recurría en momentos de graves preocupaciones o problemas. En esas reflexiones invocando a sus antepasados y a las deidades de la naturaleza, había encontrado siempre solución a las dificultades de la vida.
Hasta primeros de marzo, Toyotomi no se movió de su jardín, ni los ruegos de su hija ni de su ayudante le hicieron desistir. Se probaron diversos métodos de tratamiento y habló con los mas prestigiosos ingenieros agrónomos, jardineros…
Luego decidió visitar lugares perdidos del Japón donde cultivaban diferentes especies de cerezos. Nadie supo darle solución al problema que les planteaba.
Faltando no llegaba a diez días, para que comenzara la Hanami, o gran tradición Japonesa de contemplar la floración de los cerezos. Mas de mitad de los que había en Nishinomaru ese año no lo harían.
Al comienzo de la segunda semana de marzo, cuando empezaron las flores del cerezo a salir, Toyotomi se encerró en su cuarto. Se encomendó a sus padres y disponiendo todo frente a ellos se quitó la vida, realizó el rito del seppuku. La vergüenza era insoportable.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 8 de octubre de 2021