Cura sana, cura sana…

—Abuela, abuela, abuela, mira —gritaba Mario mientras atravesaba el jardín, subía las escaleras a la casa y se tropezaba con ella, que al oí los gritos había salido al porche para ver que le pasaba.

—Mario cuantas veces te he dicho que no grites así, me asustas, que te pasa cuéntamelo.

—Abuela he pescado un pez, mira —a la vez que le enseñaba a su abuela el pez, tiraba la caña y la cesta al suelo del porche—. Me ha costado un poco, casi se me escapa pero al final lo he podido coger.

—Bueno, bueno, me alegro, a veces en el lago no resulta fácil pescar. No está mal de tamaño. Déjalo en la fregadera y vete a bañarte. Esta noche no lo cenaremos. Dentro de un rato llegará tu abuelo y tienes que repasar los deberes con él.

Mientras Mario se bañaba, bueno mas que bañarse, se remojaba y jugaba en la bañera. La abuela terminó lo que estaba haciendo y limpió el pescado que su nieto había pescado.

Esa mañana se había levantado temprano, tenía muchas labores pendientes de la granja y su marido no le había podido ayudar, había tenido que ir a la ciudad a solucionar unos papales con su hija. Por eso Mario se había quedado con ella. Ahora quería hacer un tarta de manzana para la cena.

—Mario como vas —grito la abuela desde la escalera— ya ¿has terminado de bañarte? ¿subo a secarte?.

—No abuela, estoy ya estudiando en mi habitación, cuando venga el abuelo le dices que lo estoy esperando.

Hay que reconocer pensaba la abuela que trasto es un poco, pero sabe cumplir con lo que queda. Cuando me pidió permiso para ir al lago, quedo en que luego tenía que hacer los deberes y no he tenido que recordárselo.

Cuando llegó el abuelo estuvieron haciendo los deberes y al oír que venía su madre bajo corriendo las escaleras como alma que lleva el diablo para enseñarle el pez que había pescado esa tarde en el lago.

Al llegar al pie de la escalera tropezó y se calló. Paró de rodar contra el perchero, donde lo ayudo a levantarse su madre.

—Mira que eres precipitado Mario, no tienes cuidado, cualquier día te vas a romper algo —le decía su madre mientras lo levantaba y miraba si tenía alguna herida. Se dio cuenta que de la rodilla derecha salía sangre en abundancia—.Ven vamos a la cocina y te curo.

—No, no, mamá quiero que me cure la abuela, tiene superpoderes. El otro día cuando me caí de la bicicleta y me hice sangrar en el brazo, me dolía mucho y ella me lavó la herida, me hecho no se que y dijo “cura sana cura sana, si no curas hoy curaras mañana” y me sopló. Dejó de dolerme al momento y se me curó.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 14 de diciembre de 2021