Lo que fuimos y lo que somos

Matías, apoyado en la puerta de la cuadra, dejaba vagar la vista por los montes y prados, que había enfrente. Sus pensamientos se perdían, recordando otros tiempos.

«Las fiestas de Santa Inés, en el mes de mayo, siempre eran recibidas con mucha ilusión. Como coincidían con la primavera, eran, doblemente, motivo de alegría y júbilo en el pueblo, ya que, normalmente, los inviernos, fríos y largos, hacían anhelar el buen tiempo. Los jóvenes, especialmente, estaban deseosos de pasárselo bien. Los bailes en el salón parroquial, con el ojo del cura encima, no era el mejor lugar para divertirse. Luego, en pleno verano, después de la siega, las fiestas de San Pancracio. Los graneros llenos, las huertas en plena producción y la llegada de los veraneantes. Venían unos veinte, todos con vínculos familiares y casa, en el pueblo. Todo estaba irreconocible. Gritos de niños y algarabía en la poza del río. Esteban, el de la fábrica de embutidos, pagaba la banda de música. Fue una época maravillosa.

¿Cómo no acordarse de esas celebraciones de los quintos? Menudas fiestas aquellas y qué alegría había. Luego la vendimia y la matanza…»

Matías se frota los ojos, alguna lágrima se le ha escapado al recordar esos tiempos. No puede evitarlo, la mente le vuelve a llevar tiempo atrás.

«Reconozco que cada día resulta más difícil estar aquí. Aguanté por mi padre. No me fui cuando tenía 20 años, en los 60, y me quedé en el pueblo. Mi hijo, posteriormente, también se quedó. Entiendo que hoy, mi nieto, no haga lo mismo. El médico, solo viene un día a la semana. La escuela se cerró hace ya dos años. Los pocos niños que hay, tienen que ir a la escuela comarcal. La tienda de ultramarinos, también va a cerrar. El banco, ahora, es una furgoneta, que viene una vez a la semana. El cartero, ya nos ha dicho, que solo va a poder pasarse los jueves, le han asignado más pueblos. No hay posibilidades de ocio, para la gente joven. Por no decir que los que quedamos, ya somos mayores».

En estos pensamientos estaba Matías, cuando llegaron a la cuadra, su hijo Tomás y su nieto Martín.

—Padre, el tractor no arranca, lo hemos revisado Martín y yo, pero nada. Hemos hablado con el mecánico, y nos dice que hay que bajárselo.

—A eso me refiero yo —dijo Matías— antes aquí teníamos fragua y taller mecánico.

—¿No sé qué quieres decir?—contestó el hijo.

—No es nada. Estaba pensando en la diferencia de vivir en este pueblo, hace cincuenta años y ahora. Poco a poco, se ha ido despoblando. La industrialización, la inmigración a la ciudad y a otros países en la década de los 60 y 70. Antes, con lo que producíamos, podíamos vivir bien. Teníamos médico, maestro, farmacia, banco, correos y ahora, nada de nada. ¿Qué futuro le espera a Martín?

—Ya sabes abuelo, que en principio, yo quiero quedarme aquí. Pero si es verdad, que las perspectivas no son buenas. Mi novia quiere que, una vez casados, vivamos en su pueblo. Allí, hay mejores oportunidades para ella y nuestros futuros hijos. Eso me obliga a ir y venir todos los días. Está claro, no obstante, que no nos lo ponen fácil. Si nos ayudaran las instituciones, un poco más, todo sería diferente.

—Bueno, ya sabes que soy partidario de no dejar el pueblo, pero entiendo lo de irte a vivir, al de tu novia —dijo el abuelo.

—Lo mejor abuelo, es que mis futuros hijos podrían estudiar, todo el bachillerato, sin tener que dejarnos. Las conexiones son buenas, hay un hospital, algo de industria y más oportunidades. Aunque, tal y como van las cosas, no sé si esto durará. No se dan cuenta, nuestros políticos que, o apoyan al campo, o lo de la España vacía, que se viene fraguando desde hace 60 años, no lo paran. Deberían mejorar las comunicaciones, un acceso bueno a internet, servicios cercanos y de calidad. Ayudas fiscales, a los que se quedan, invierten en el campo y montan industrias. En fin, favorecer que la gente vuelva, venga, o no se marche.

Ahora, está cogiendo auge, el turismo rural. Con la agricultura sostenible y orgánica, podemos tener mayores oportunidades, de éxito, en el campo, a largo plazo. Pero claro, para ello debemos de contar con la administración y eso…

Padre, hijo y nieto, mientras iban hablando, salieron de la cuadra. Decidieron bajar a tomar una cerveza, al bar de Antonio, único del pueblo. Al pasar por la puerta de Ayuntamiento, antes de entrar en el bar, un cartel con mucho colorido, les llamó la atención.

El próximo sábado, venían a dar una conferencia los del, Ministerio de Gestión de la España Vacía. Se titulaba:

“La juventud y su futuro en el mundo rural”.

– Oportunidades y desafíos, en el desarrollo económico rural.

– La importancia de la educación, en el mundo rural.

– Innovaciones tecnológicas y como pueden mejorar, la vida en zonas rurales.

Se miraron los tres y se echaron a reír.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 21 de abril de 2023