Escribir por escribir
Cuando me dicen el sistema a seguir para los comienzos en la escritura, uno de los que más curiosos me parecen es el de escribir.
Ponerse ante el ordenador, o el papel y comenzar a escribir. No importa según dicen lo que se escriba, solo hay que escribir. Quiere decir que, aunque carezca de sentido hay que hacerlo. Como dicen para coger músculo. Curiosa definición esa de, coger músculo. Como si se tratara de un boxeador que se prepara para un combate.
Yo he de reconocer que, hasta hace tres años, como ya en alguna ocasión he dicho, no había escrito nada. Pero algo dentro de mí algo me decía que podía y debía hacerlo. Me doy cuenta de que en algunos momentos resulta difícil dejar salir esas palabras. Me encanta ver esos artículos de periódico, donde de una idea simple los periodistas son capaces de dar forma a un más que honroso escrito de cuatrocientas o quinientas palabras. O escritores de relatos que tomando cosas simples del entorno hacen bellas historias. En fin, vamos a ello.
Me gusta cuando empieza el buen tiempo madrugar y salir a recorrer las calles. Solo hay algunos repartidores y gente que va al trabajo. Algunos bares ya dan desayunos y hay pocas personas. Ese olor a prisa, esa rápida lentitud con la que arranca la jornada. Ese despertar de la luz, esos ruidos iniciáticos del día son maravillosos. Siempre me han gustado.
Cuando entraba a la calle San Agustín desde Bretón de los Herreros no he podido por menos que fijarme en la parra que hay en la casa de la esquina. Desde un pequeño patio existente, anclada al suelo donde hace muchísimos años alguien la plantó, sube agarrándose a los herrajes de los balcones hasta alcanzar el tercer o cuarto piso, dejando en el camino hijos en cada ventana. Aún no ha comenzado a echar brotes, pero cuando lo haga, llenará la fachada de un verdor incomparable…
A eso me refiero cuando hablo de que de una idea simple sacan una pequeña obra de arte. Es como un escultor que cogiendo un trozo de madera o piedra comienza a darle forma. Al final de un tocho burdo de madera o un vasto trozo de piedra surge un objeto bello, me da igual un cuenco de madera, o un jarrón.
Si en vez de pequeños relatos hablamos de libros estamos en la misma, comienzan una introducción y van enlazando una historia. Trescientas o cuatrocientas o más páginas después nos encontramos con ese maravilloso jarrón o cuenco. Una bella historia que gustará a uno mucho o puede que nada. Pero la historia está ahí.
Claro que escribir por escribir por aquello de coger soltura no es tan difícil. Lo difícil es que tenga sentido lo que pongamos y que guste. Eso es otra cosa.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 9 de junio de 2023