Alfonso de Haro y Teresa de Almoravid
Parte III
Al día siguiente, con el primer canto del gallo, todos los hombres estaban formados, junto a sus caballos, esperando para partir. Mientras, Juan Alfonso y yo fuimos a despedirnos del Abad. Este me indicó que si había alguna novedad, del tipo que fuera respecto a lo hablado, me lo haría saber. A Juan Alfonso le entregó un pequeño envoltorio que, según indicó, le había dado su sobrina para él. Acto seguido nos despedimos del alcalde y su mujer agradeciéndoles su hospitalidad.
Posteriormente, por la misma puerta por donde entramos, abandonamos Calahorra con la sensación de que había sido un viaje corto pero productivo.
Más tarde supe que el pequeño envoltorio, que le habían entregado a mi señor, contenía un pañuelo bordado que Teresa le había dado como recuerdo de su visita y, según me contó, por las agradables horas pasadas en su compañía.
Al anochecer llegamos a Daroca. Nos habían indicado por el camino que Constanza, la esposa de mi señor, se había ido allí a pasar unos días. A ella le gustaba ese castillo, sobre todo por las privilegiadas vistas que tenía sobre el valle. Muy aficionada a los dulces, le gustaba organizar la recogida de las últimas mieles de los abejares que tenía en Moncalvillo. Aquí se recolectaban finas mieles que eran muy apreciadas en la zona de las Siete Villas. Por no hablar del hidromiel que Julián el cojo elaboraba, para disfrute de todos.
Especial atención prestaba la señora al mantenimiento de las neveras, situadas en la ladera norte del castillo, las cuales en verano surtían su mesa. Todos sabían lo que le gustaba, mezclar el frío hielo con licores y frutas machacadas cuando apretaba el calor.
—¿La señora me mandó llamar? —preguntó Diego al entrar en la habitación donde estaba Constanza.
—A ver Diego, mi hijo solo sabe hablar de Teresa. ¿Qué paso en Calahorra, para que solo hable de ella?
—Mi señora, es la sobrina del abad de San Miguel de Alfaro. Es muy probable que, en breve, sea nombrado Obispo de Calahorra y La Calzada. Esta joven, por lo que pude apreciar, es muy agradable, tiene buenos modales y además su familia es de las más importantes de Navarra. Por cuestiones que desconozco, vive con su tío, el abad, y parece que causó honda impresión en vuestro hijo.
—Por lo que me dices, podría ser una buena candidata para casarse con él. Ya tiene edad para ello.
—Sí, además, detrás está el abad, partidario de Castilla a pesar de su origen, que considero un hombre muy preparado. Conoce todos los entresijos de la política y está bien relacionado. Si todo va como parece, puede ser un gran apoyo, para nuestro señor, en La Rioja Baja. Máxime si tenemos en cuenta lo inestable que es la frontera.
—Bien, Diego, lo hablaré con mi esposo cuando vuelva.
Días más tarde y ante los problemas que unos bandidos estaban ocasionando, en los caminos de la sierra, se llamó a la cofradía de ballesteros de Logroño. Junto con los hombres de mi señor y al mando de su hijo, se procedió a dar una batida por los Cameros.
Un mes estuvimos fuera. Nos alojaban y mantenían los concejos de los distintos pueblos, contentos de que se les librara de los forajidos que tantos problemas les daban.
A la vuelta, supimos que nuestro señor volvía de combatir al infiel y que en breve estaría con nosotros.
Unos días más tarde ya tenía conocimiento de todo lo acontecido en su ausencia.
Cuando supo del interés de su hijo por la sobrina del abad, habló conmigo sobre él. Le comenté la impresión que me había causado y de que estaba seguro de que ese enlace, además de ser del agrado de su hijo, tenía un montón de ventajas para él como señor que era, ahora, de La Rioja Baja.
—Bien Juan, me dice tu madre que la sobrina del futuro Obispo de Calahorra te ha causado una honda impresión. Tu madre y yo estaríamos encantados con este enlace. Si estás seguro de tus sentimientos, solo queda hablarlo con su tío.
Mi señor mandó llamar a su hermano, el abad del monasterio de San Prudencio. Le encargó que se ocupara de viajar a Alfaro para hablar con el abad de San Miguel sobre la posibilidad de ese enlace.
Hasta aquí casi todo es ficción. Lo que pasó después está en los libros de historia.