¿Anda, igual podría trabajar en el circo?

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El ocho de octubre, un martes lluvioso, el periódico regional publicó en una

página impar un anuncio a cuatro columnas con una tipografía llamativa. El texto

rezaba así: “El circo Holiday, circo centenario, cinco generaciones de artistas,

iniciará unas pruebas de selección de personal para rejuvenecer su avejentada

plantilla. Buscamos un domador de leones, dos trapecistas, un malabarista, cuatro

payasos (de cara más bien triste), un mago (de cara más bien simpática), un

vendedor de manzanas de caramelo, un domador de pulgas, un limpiador de la

jaula de elefantes, dos bailarinas, un violinista, un imitador de Charlot y un

director de pista que sepa decir ‘Bienvenidos’ en varios idiomas. Los interesados

deberán pasarse por las oficinas del circo Holiday el miércoles nueve de octubre.

Estamos a las afueras de la ciudad, al lado del río, en una zona de aparcamientos

cedida por el ayuntamiento. Las entrevistas comenzarán a las cinco de la tarde.

Se ruega puntualidad”.

Mientras leía el anuncio en el periódico, me preguntaba si yo sería capaz de trabajar en un circo. Nunca me lo había planteado.

Por un momento me imaginé vestido con un traje de llamativos colores, haciendo reír al público a mandíbula batiente.

O con un pantalón brillante, cinturón grande y a pecho descubierto. Ah y mucho pelo en el pecho. Un látigo largo y dentro de una jaula con leones y tigres, haciéndoles saltar y pasar por un aro de fuego.

O quizás lo mío sea hacer que un mono ande en bicicleta, subido en una sirga a dos metros del suelo, haciendo equilibrios mientras se come un plátano.

O puede ser, que unos hermosos caballos vayan haciendo piruetas y se sostengan sobre sus patas traseras a mi orden. Mientras una señorita subida en sus lomos, con plumas de marabú en la cabeza, hace malabares.

O por qué no, vestido de chaqué y sombrero de copa, hacer aparecer y desaparecer animales u objetos a voluntad. Mientras el público se queda con la boca abierta de admiración.

El día de la entrevista estaba en el circo Holiday, junto al módulo donde un cartel indicaba “Entrevistas de empleo”. Unas personas esperaban en una fila.

—Hola ¿es usted el último? —pregunté a un hombre de casi dos metros, unos brazos y un tórax que parecía un armario ropero de tres cuerpos.

—Si —me contesta para luego seguir leyendo el periódico.

Miro a los que hay delante, unas doce o trece personas. Me pregunto a qué puesto van a querer optar, había más personas que trabajos. Algunos me los imaginaba como trapecistas a otros como malabaristas. Al que iba delante de mí, menos domador de pulgas, creo que todo le podría encajar.

La fila va poco a poco reduciéndose, detrás de mi parece que ya no viene nadie más.

Mientras espero pienso que quizás lo mío no sea esto. No sé nada de nada sobre el circo. Además, siempre fuera de casa, de un lugar a otro. Con lo casero que soy yo, además tengo a mi perro. Pues que va a ser que no, que me vuelvo a casa. Quizás pensándolo bien, mi edad tampoco será la mejor para empezar. De hecho, ellos buscan gente joven y yo no lo soy tanto…

En esto que oigo que me dicen que pase, me quedo paralizado.

Bueno, adelante con ello que carajo. Entro a la oficina, al fondo había unas fotos de artistas de circo. Detrás de una mesa un señor y una señora, de aspecto agradable, que podrían ser mis abuelos.

Me pidieron que me sentara y después de hacerme dos o tres preguntas comenzaron a hablar ellos.

Una hora más tarde salí de la entrevista. Resultó que los abuelos eran los dueños. Me acompañaron hasta mi coche y nos despedimos.

—Bueno Carlos —me dijo él— el viernes nos vemos.

Agarrados de la mano se dieron media vuelta y yo me fui.

Cuando llegué a casa me senté en el sofá y le conté a mi perro como había sido la entrevista. Bueno, de lo que me acordaba. Los abuelos no habían parado de hablar y hablar contándome cosas del circo. Al final quedamos en que yo vendería manzanas de caramelo, limpiaría la jaula de los elefantes, vendería entradas y sería un comodín para trabajos varios. ¡Ah! y me irán iniciando en el oficio de payaso. Me han dicho que tengo una cara muy expresiva y que podría encajar.

Me dejan llevarte y tendremos un módulo pequeño para nosotros. No sé cuánto voy a ganar, me lo han dicho, pero no me acuerdo. Pero después de hablar, o más bien escuchar todo lo que me han contado querido Rufo, no puedo dejar pasar esta oportunidad. Me hace mucha ilusión hacer algo tan diferente como, trabajar en el circo.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 29 de abril de 2022