Argollas para caballerías
Carlos I de España visitó Logroño por primera vez el 13 de febrero de 1520 y prometió, en la Iglesia de Palacio llamada “la Imperial”, respetar los fueros de Logroño y así consiguió el apoyo del corregidor y de los ciudadanos para el tiempo aciago que se avecinaba.
En la unión de la calle La Cadena con Herrerías había una casa en la que se dice durmió el futuro Emperador, mientras permaneció en Logroño.
En las casas de aquella época, también había a ambos lados de la puerta unas argollas para sujetar las riendas de las caballerías. Tenían normalmente en los bajos unas cuadras, cual garaje moderno, donde alojarlos. Hay que tener en cuenta que los medios de locomoción estaban a cargo de todo tipo de animales,fundamentalmente equinos.
En el año 1960 y puede que un poco más, en la calle Mayor de Logroño en las traseras de lo que fue Funerarias Pastrana, mi familia guardaba un caballo en una de esas cuadras que había en los bajos de las casas. Animal que utilizaba para junto con un carro, subir los productos de la huerta al Mercado de San Blas o comúnmente llamado la Plaza de Abastos.
Productos procedentes de las huertas de la ribera del Ebro, en este caso estaba donde actualmente se ubica la depuradora de aguas.
A lo que íbamos, las argollas hoy han desaparecido de todas esas casas al rehabilitarlas.
Argollas que durante siglos sujetaron las riendas de las caballerías que allí paraban.
Muchas de ellas eran pequeñas obras de artesanía y merecían haber quedado ancladas a esos muros.
Así con pequeños detalles como este, se va perdiendo algo de nuestro pasado. Se que son cosas casi insignificantes pero dándome un paseo esta mañana he visto varias de estas argollas y he decidido recordarlas junto con un retazo de nuestra historia.
Privilegios otorgados a la ciudad de Logroño por el Rey Carlos I de España y V del Sacro imperio Romano Germánico