Barandado
Rosa volvía a su casa con un enfado morrocotudo. Había discutido con Manuel, su novio, por lo mismo de siempre. Le gustaba gastar bromas, a pesar de que ella siempre le decía que no le hacían gracia. Pero él seguía y seguía. Por ese motivo, esa noche lo había mandado a freír espárragos. Mientras andaba,…