De ella solo piel y huesos
Siempre que la miraba me entraba la misma sensación de angustia, notaba como si una mano invisible me apretara las tripas.
¿En eso consiste el llegar a viejo?
Cuando de una mirada repasaba su cuerpo menudo, mermando por los años, solo veía huesos forrados de piel.
Esas piernas delgadas al igual que sus manos, cuando te cogía con sus dedos era como si unos sarmientos finos y delgados te agarraran con fuerza no esperada.
Pero lo que más me sobrecogía, su cara huesuda como toda ella, los ojos hundidos y su mirada perdida en un profundo infinito.
Era difícil saber en qué pensaba, de sus labios no siempre salían explicaciones.
Una profunda resignación impregnaba todo cuanto hacía o decía.
Así hasta los últimos días, sin ninguna queja, ni siquiera un pequeño reproche.
Adiós, espero que ya seas feliz.