El impacto de la pandemia y la salud emocional de los niños
La gran mayoría (93%) han señalado que había recibido información acerca de la COVID-19 y explicaciones sobre cómo actuar. Buena parte de ellos (78%) indicaron que se lavan las manos frecuentemente y más de la mitad (60%) afirmó que evita el contacto físico y respeta la distancia social de dos metros. Además el 43% aseguró usar mascarilla (antes de que su uso fuese obligatorio).
Desde Aldeas recordamos que la salud emocional de los niños y las niñas es especialmente vulnerable en momentos de crisis como el actual.
Si bien el alcance exacto que la COVID-19 y sus consecuencias puedan tener en la salud de los más pequeños es aún desconocido, se dispone de suficiente información para saber que su impacto psicológico ha de ser evaluado y detectado a tiempo con el fin de prevenir enfermedades de salud mental, especialmente en el caso de aquellos menores en situación de especial vulnerabilidad, como son los niños y las niñas privados del cuidado parental o en riesgo de estarlo.
Por eso consideramos fundamental controlar el estado psicológico de todos los niños y niñas durante y después de esta crisis sanitaria, y en especial de aquellos que tienen una medida de protección, y reclamamos medidas específicas para realizar mejoras en el sistema de salud que permitan identificar riesgos y abordarlos a tiempo.
Muchos de los casi 50.000 niños, niñas y adolescentes que crecen privados del cuidado de sus padres en España han vivido experiencias traumáticas en sus vidas y casi la mitad recibe algún tratamiento de salud mental.
Ellos son los más vulnerables y requieren atención específica en las circunstancias que vivimos. “En su caso, como en el de los niños y niñas en situación de riesgo de perder el cuidado parental, es imprescindible realizar un seguimiento y evaluación a nivel psicológico que permita detectar el impacto de la pandemia, tratarlo y evitar problemas a medio y largo plazo“, advierte Pedro Puig, presidente de Aldeas Infantiles SOS.
Los efectos de las pandemias a menudo se manifiestan a la larga y la ausencia de respuestas apropiadas puede tener consecuencias emocionales traumáticas que persistan durante años.
“La prevención y la detección de los factores de riesgo, así como la intervención temprana para evitar que estas se agudicen es fundamental”, afirma Pedro Puig.
Por eso demandamos el incremento de los presupuestos destinados a salud mental y la apuesta por la prevención y la intervención temprana, reduciendo el tiempo que transcurre entre los primeros síntomas y el primer contacto terapéutico.
Así como la necesidad de una coordinación permanente entre los equipos de atención primaria y los de salud mental; la incorporación de la especialidad de Psiquiatría Infantil; y la creación de equipos especializados en el diagnóstico y el tratamiento de los efectos derivados del maltrato en la infancia; además de campañas de sensibilización específicas para informar y combatir el estigma social que recae sobre estas enfermedades.
La salud y el bienestar son un derecho de niños, niñas y adolescentes.
Aldeas Infantiles