El mensaje

Noticias 24 horas de RTVE. Son las 6 de la mañana.

Ayer, a las 23 horas, la Comunidad de Madrid, parte de Castilla la Mancha y Extremadura, se quedaron sin señal de televisión, radio y telefonía móvil.

Según nos informan, en todos los aparatos encendidos, se pudo recibir una alocución, cuyo texto transmitimos a continuación.

«Jalabel, hemos recibido tu señal. El

Consejo de Salter ha autorizado una

Expedición, para venir a recogerte.

A partir de hoy, todos los días, en el

lugar donde nos despedimos, té

estaremos esperando, a media noche».

Este mensaje se repite dos veces más. Luego se recupera, la señal interrumpida. El mensaje que transmiten, nadie sabe que significa, ¿quién es Jalabel, y el consejo de Salter? Los expertos, a los que ha consultado esta cadena, piensan que solo se trata de una broma.

Varios días más tarde, parecía que todo el mundo se había acostumbrado. Las comunicaciones se cortaban a las 23 horas y se oía, el mismo mensaje repetido tres veces, un día tras otro.

Eran casi las once de la noche. En el bar de Manuel, situado a la entrada de un pequeño pueblo, de la Sierra de Guadarrama, un grupo de parroquianos estaba tomando café. Se abrió la puerta y entró un hombre, de unos cuarenta años. Algunos le conocían de verlo, paseando. Vivía en una casa, en el camino del Rebollar, en medio del monte. Al parecer, la había heredado de Tomás, el herrero.

Según el alguacil, se llamaba Alejandro. Era el sobrino de Tomás y fue capitán del Ejército del Aire hace mucho. Un tipo muy amable y educado. De vez en cuando iba al bar, a tomar algo.

Saludó a los presentes. Después, pidió un café y con él en la mano, se sentó en una mesa, a leer el periódico.

—Seguro que hoy vuelve a pasar —dijo el alguacil— ya lo veréis, a las once en punto, la tele se apaga —justo cuando acaba de decir esto, va y se apaga.

Y luego el mensaje, de todos los días.

—Veis, veis —dijo de nuevo el alguacil— todos los días apostáis y perdéis. No sé quién es el gracioso, pero me parece que va para largo.

En ese momento el ruido, de la puerta, les hace volverse a todos. No vieron quien era, pero el Capitán no estaba en la mesa. Su consumición intacta y el periódico, en el suelo. Varios levantaros los hombros, como diciendo ¡Y este donde ha ido!

Ministerio de Defensa, Madrid. Unos golpes en la puerta, hacen que el general de la UIE, del Ejército del Aire, levante la cabeza.

—Adelante.

—A sus órdenes mi general — dice el sargento que acaba entrar— siguiendo sus indicaciones, al no poder contactar con el capital Alejandro Martín, nos hemos trasladado hasta su casa, en la sierra. No había nadie. Hemos preguntado en el pueblo y nos han indicado que anoche estaba en el bar, y que se marchó precipitadamente, después de oír el extraño mensaje, que todos los días emiten a las 23 horas.

—Gracias sargento, puede retirarse. Si necesito algo más, ya le llamaré.

El general cerró la puerta por dentro. De un cajón de su escritorio, cerrado con llave, extrajo una carpeta. En la cubierta se podía leer “ALTO SECRETO”, “no abrir. Autorización especial grado UI2”. En la primera hoja, había una foto del capitán Alejandro Martín. La miró durante largo rato, y recordó las palabras que, hace dos meses, oyó de sus labios.

«Señor, sé que parece increíble, pero en pleno vuelo de pruebas, no sé cómo, me encontré volando en otro planeta. Los aparatos se volvieron locos. Fui interceptado y me obligaron aterrizar… No voy a cambiar la versión, aunque me lo pregunten quinientas veces. No hay otra versión. He vivido allí, casi veinte años, y formé una familia. Tengo mujer e hijo. Me trajeron, solo porque hay un peligro que amenaza al planeta tierra, y han decidido que sea yo, quien les avise …»

«Lo cierto, es que algo raro había en todo esto. El Ejército del Aire había comenzado una investigación, para saber qué había pasado. Un avión, que desaparece, haciendo unas pruebas, hace casi veinte años. Se le da por perdido y ahora, aparece el piloto, contando esta historia. Y además, que lo han traído en una nave espacial, y dejado en medio del campo»

«Me resultaba difícil creer esa historia, yo había sido compañero suyo, en la academia. Parecía una buena persona y muy equilibrada. Ahora, todo eso de vivir muchos años fuera, en otro mundo, y luego volver para avisarnos, del peligro que corríamos. En una nave que se mueve plegando el tiempo…

Según él, la tierra iba a colisionar dentro de diez años, con un cuerpo celeste, que venía a través de un agujero de gusano. Nadie le había hecho caso. Estaba dado por muerto, hace un montón de años. Echaron tierra sobre el asunto y ahí se acabó todo. Nadie le dio credibilidad».

«Y ahora lo de los mensajes. Él sabía que estos cortes de emisión, no eran de un aficionado. Estaba contrastado, con los servicios de inteligencia. La señal, venía del espacio. El Gobierno, había decidido que no se dijera nada. No querían quedar como idiotas, que es como creían, que quedarían, si contaban esta historia.

El mal ya estaba hecho. Ahora, o localizaba al capitán, o enterraba ese informe».

Esa noche, en una pista forestal, en los límites de Parque de Monfrague, un todoterreno circulaba despacio. Al volante, Alejandro Martín. En un momento determinado, paró para consultar el GPS. Estaba llegando a su destino. La siguiente curva del camino, dejaba, en su lado derecho, una enorme explanada entre alcornoques y arces. Allí, pudo distinguir el gran montículo de piedras, que en su día fue una ermita. Dirigió el morro del coche al centro del claro y encendió las luces largas. Las apagó y las volvió a encender, pasado un rato.

Luego, ya con la única luz de la luna, en menguante, esperó. Aquel, era el lugar. No cabía duda.

Un fuerte movimiento, de los árboles, le hizo salir del coche. Un siseo comenzó a ganar intensidad, y el aire desplazado, casi lo tira al suelo. Una nave se posó con suavidad, en medio de la pradera. Ninguna luz la delataba. Una rampa se abrió en un lateral, y dos hombres aparecieron, a contraluz. Alejandro fue hacia ellos.

—Hace una hora que te estamos siguiendo. La nave, la tenemos fuera de vuestra atmósfera, pero los sensores, te localizaron rápido.

Mientras el más alto de los dos, decía esto, el otro, abrazó a Alejandro. Se podía apreciar el parecido, entre ambos.

—Noladel, os agradezco que hayáis venido, tan rápido. Desde que mande la señal, se me ha hecho eterno.

—Pensamos, que ibas a estar más tiempo aquí —dijo el joven, al que había abrazado primero— pero, al recibir tu señal, pedimos autorización, al Consejo, para salir inmediatamente. Y más vale que nos vayamos, mi madre está deseando verte.

Mientras despegaban, Alejandro le dio al piloto unas coordenadas, y le dijo que hacer. El piloto miró a Nolabel y este, asintió con la cabeza. Unos minutos más tarde, estaban en el lugar indicado. Unas instalaciones militares, que no figuraban, en ningún mapa. Se colocaron sobre ellas, y encendieron todas las luces exteriores de la nave. Dieron varias pasadas, hasta que estuvieron seguros, que habían sido vistos.

Luego, desaparecieron a una velocidad, que dejaba claro, que no eran de la tierra.

Una vez llegaron a la nave nodriza, que les estaba esperando, emprendieron el viaje de vuelta.

A la mañana siguiente, en la mesa del general de la UIE, había una carpeta. Contenía el informe, de un incidente habido, la noche anterior, en unas instalaciones militares.

Abrió la carpeta y leyó…

… La nave no hizo nada por ocultarse, es más, en opinión del que realiza este informe, hizo todo lo posible para que la viéramos…

«Joder, Alejandro, si al final tenías razón, —pensó el general— debimos de hacerte caso»

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 10 de febrero de 2023