El negocio de la solidaridad

El negocio de la solidaridad: sueldos míseros, contratos abusivos y poca transparencia

  • Muchas ONG y empresas de marketing subcontratadas mantienen a los captadores callejeros de socios en condiciones de absoluta precariedad
  • La exigencia contractual de llegar a unas cifras mínimas les fuerza en muchas ocasiones a mentir y emplear técnicas comerciales agresivas
  • La Administración tiene 33 expedientes abiertos contra organizaciones internacionales que podrían desembocar en la retirada de subvenciones

Embutida en sus ‘shorts’ y sus sandalias, María aguanta el sofocante calor de la calle madrileña de Preciados como mejor puede. En su mano sostiene una carpeta con el logo de Aldeas Infantiles, llena de solicitudes para hacerse socio, y su ‘pitch-card’, una suerte de planilla plastificada con información sobre los proyectos de la ONG.

La mayoría de los transeúntes pasan rápido, evitando hacer contacto visual con ella. Han oído cientos de veces lo que les quiere contar. Y también saben que va a pedirles los datos bancarios. Allí, en ese preciso instante, en la calle. Le han enseñado que no debe dejarles que se lo piensen, ni pedirles el número de teléfono para contactar con ellos después. Tienen que hacerse socios de inmediato: cualquier otra cosa es veneno para las ventas. Porque eso es exactamente lo que hace María: vender. Vender solidaridad a cambio de un sueldo de 580 euros al mes.

«Nosotros no decimos que somos voluntarios», comenta. Es consciente de que los captadores de socios de otras ONG mienten afirmando que hacen ese trabajo de forma altruista. «La gente que hace esto busca dinero. A mí este empleo me viene bien porque me permite compaginarlo con mis estudios. Vengo de Canarias y tengo que pagar mis gastos».

A pocos metros se encuentra Alberto, también captador de Aldeas Infantiles y supervisor directo de María. Le acompaña un chico de unos 20 años a quien está enseñando a ‘impulsar’ a los potenciales socios, esto es, a emplear técnicas comerciales para convencerles de que rompan la hucha y colaboren con la organización. Acumula experiencia laboral en varias ONG y no se muestra remiso a la hora de hablar. No duda en referirse a una conocida organización de ayuda a los refugiados como un auténtico nido de abusos: «es la que peores condiciones ofrece, sin duda. Desde el primer día tienes la guillotina en el cuello. O haces socios, o vas a la calle. Es la que más mierda ha echado sobre el mundillo». Esa ONG, al igual que todas las demás entidades humanitarias a las que se hará referencia en este reportaje, ha declinado hacer declaraciones o responder a pregunta alguna.

Resulta difícil encontrar a una persona a la que no hayan parado por la calle con el objetivo de convencerla para que se haga socia de una organización con fines solidarios. En esta tesitura, las opciones se reducen a aceptar, rechazar o pasar de largo, si bien esta tercera salida no suele ser fácil. Los captadores son formados en técnicas comerciales agresivas y trabajan bajo presión, pues sin las comisiones por socio apuntado su sueldo base suele ser mísero, cuando no inexistente. Además, se cierne sobre ellos la amenaza constante del despido, pues es habitual que sus contratos incluyan cláusulas que estipulan cifras mínimas de ventas. Es normal, por tanto, que se muestren insistentes.

Son muchas las cuestiones que planean sobre el ámbito de acción de las ONG. La solidaridad es un motor necesario para la buena salud de la sociedad, pero también existen contradicciones. Los escándalos en que se han visto envueltas entidades como Oxfam y Médicos Sin Fronteras son sólo dos ejemplos de todo un conjunto de prácticas que ponen en entredicho la transparencia y la ética de muchas de las organizaciones que apelan al compromiso del ciudadano medio para con los más necesitados. Noticia sobre el escándalo sexual de MSF

¿Voluntarios? No, precarios

Es una práctica común que las ONG externalicen la tarea de captación de socios. Ainhoa (nombre ficticio) trabajó para Giving International, empresa de marketing que capta socios para World Vision, Save The Children o Médicos del Mundo, entre otras. «No realizaba el trabajo para el que se me llamó» -relata- «Se me citó para llevar a cabo tareas de atención al cliente en oficina y lo que hicieron fue mandarme a la calle a buscar socios. Me hicieron un contrato de cuatro horas y terminaba trabajando ocho, en pésimas condiciones. La contradicción entre lo que se ofrecía y lo que te ponían delante para firmar era total».

En cuanto a su jornada laboral, asevera que fue exhortada a ‘aprender desde abajo’, destinándola a distintos puntos de Madrid, y el transporte lo costeaba ella. Al ser interpelada por los métodos de trabajo, Ainhoa subraya que una parte importante del discurso de muchos captadores es falso. «Los captadores no son voluntarios y acuden a ese trabajo para ganarse la vida» -muchos de ellos alegan trabajar por amor al arte- «Se mentía en algunas ocasiones, sí. Yo no estaba dispuesta a hacerlo y fui muy clara en ello», sentencia.

«En nuestra división, la labor consistía en entrar a tiendas y comercios a captar socios. Intentar convencerles o como lo quieras decir. Sí que se aleccionaba con esas técnicas [de marketing agresivo]. No todo el mundo está capacitado para hacer ese trabajo. No todos valen. Los agresivos lo llevaban bien, pero para los tímidos era violento. La dirección quería captar clientes como cualquier otra empresa, independientemente de si el beneficiario era una ONG, una granja de pollos o una fábrica de zapatillas», cuenta.

Ainhoa también da detalles sobre el perfil buscado: «hay estudiantes que van a sacarse un dinerito para sus gastos y otros para ganarse la vida. El perfil de los jefes es gente agresiva y autoritaria que no admite opiniones discordantes. Quien progresa es gente sin escrúpulos a la hora de escalar». La última pregunta para Ainhoa es si tuvo algún contacto con la ONG para la que ella captaba socios: «Una sola vez, cuando fui a una reunión con Médicos del Mundo. Se habló de las vías para mejorar la captación. Estoy segura de que en la ONG no saben lo que se cuece en la empresa de captación. Abusan de los trabajadores, engañan y presionan a las personas».

Este medio intentó en varias ocasiones hablar con Giving International. Llamamos varias veces a la compañía y preguntamos por el responsable de la delegación de Madrid –tienen oficinas por toda España-. La recepcionista nos hace puntualizar exquisitamente nuestras intenciones. Ni más ni menos que interesarnos por la actuación de la empresa, respondemos. Tras varios intentos, terminan por negarse a hacer declaraciones. «Podéis poner que no queremos hablar al respecto», concluyen.

Mucho dinero en juego

Ángela Serantes trabajó durante varios años para Médicos Sin Fronteras en Galicia, y fue despedida al poco tiempo de hacerse delegada sindical. Serantes formó parte de una demanda colectiva por la inclusión de cláusulas abusivas en los contratos de los trabajadores. Sin embargo, cuando el Tribunal Superior de Justicia gallego (TSXG) desestimó la demanda, ella y varios sindicalistas más fueron despedidos. Después de que el Supremo devolviera el asunto al TSXG, finalmente han ganado la batalla y se ha declarado la nulidad de la cláusula impugnada.

Es fácil constatar en primera persona esta presión a la que se ven sometidos. En las inmediaciones de un hospital público madrileño, se nos acerca una joven captadora. Con aire risueño, exclama: «I`m waiting for you (estoy esperando por ti)». Es su manera de saludarnos. Le indicamos que tenemos prisa, pero es incómodo continuar la marcha. Esta persona, somos conscientes, sólo realiza su trabajo. Nos dice que no hay problema, que nos espera a la salida.

Efectivamente, cumple su palabra y el segundo encuentro dura, aproximadamente, media hora. Trabaja para una ONG contra el cáncer infantil. Nos comunica que no tiene folletos y que debemos hacernos socios en el momento. Para quien le guste recabar algo de información sobre el destino de su dinero, se antoja precipitado. Cuando acepta que la respuesta es un ‘no’, nos pide un teléfono y nos hace una súplica en caso de que lo pensemos mejor: «por favor, hazte socio conmigo y no con otra compañera». Al rato, un whatsapp de ella: «I`m waiting for you JAJAJA. Esperaré entonces a que te lo mires. Si te animas, ya sabes. ¡Dímelo!»

No se rinde fácilmente, y tiene motivos. En declaraciones a este medio, fuentes de Comisiones Obreras denuncian las «inasumibles cotas de precariedad» y las «situaciones graves de abuso» que sufren este tipo de empleados. «El trabajo es a comisión, con una tremenda presión para los trabajadores. Las empresas de marketing subcontratadas por las ONG suelen hacer contratos mercantiles, sin cotización, e incluyen cláusulas de despido inmediato en el caso de no llegar a cifras mínimas de ventas».

La otra fuente de financiación: los tributos que pagamos todos

A pesar de los continuos recortes, las subvenciones siguen siendo el otro gran pilar sobre el que se asienta la actividad de las organizaciones solidarias. ¿Quién fiscaliza las ayudas públicas que reciben? Una de nuestras primeras paradas será la Agencia Estatal de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que tiene por meta la lucha contra la pobreza. Conviene tratar con ellos casos de irregularidades contables y malversación de fondos públicos por parte de las ONGs en nuestro país.

Ante todo, este organismo, adscrito al Ministerio de Asuntos Exteriores a través de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional, desea transmitir una idea clara: «tratamos de asegurar que las iniciativas de cooperación se desarrollen con todo rigor, calidad, eficacia y respeto para con las poblaciones de los países en las que se llevan a cabo y hay mecanismos para garantizar que los recursos otorgados a las organizaciones sean gestionados correctamente».

No en vano, a colación del caso de Oxfam, declaran que, atendiendo al Real Decreto 519/2006, «el incumplimiento de estos deberes por parte de un cooperante nos permite, en consecuencia, actuar a través de la ONG» y señalan la existencia de un programa de quejas. En casos de proyectos de ONG de desarrollo (ONGD) financiados por la AECID, se realiza un seguimiento de los programas, desde la sede, en contacto con las organizaciones financiadas y, sobre todo, en el terreno.

Fuentes de la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores nos explican que «de acuerdo con el artículo 21 del Real Decreto 794/2010, el régimen de control que se aplica a los organismos internacionales puede dar lugar a resolución de reintegro o pérdida del derecho de subvención. En caso de producirse el reintegro de fondos, estos se reincorporan al presupuesto de la AECID a través del presupuesto de ingresos y financian los gastos de cooperación».

En las navidades pasadas había abiertos 33 expedientes de subvenciones a organismos internacionales en procedimiento de reintegro. Actualmente, OEI, PNUD, UNIFEM, PAM, ONUSIDA ,OPS-OMS, OCHA, ACNUR y UNRWA tienen expedientes en trámite de revisión de justificación y subsanación. Estos expedientes, de acuerdo con lo estipulado en la legislación, podrían desembocar en la pérdida del derecho a la subvención otorgada y la obligación de reembolsarla.

Toda esta burocracia y problemática administrativa parecen muy lejanas de la realidad de Adela (nombre ficticio), pero en realidad le incumben, y mucho. Con una sonrisa de oreja a oreja, esta jovencita de rasgos africanos soporta la infernal temperatura de Plaza de Castilla embutida en su peto de Médicos del Mundo, intentando que alguien le haga caso.

Tiene 19 años y se sorprende de que sepamos que trabaja para Giving International. Se encuentra en período de formación, lo que significa que no tiene sueldo y sólo cobra una pequeña comisión por cada socio apuntado. «Es verdad que son muy opacos… no dejan que nos enteremos bien de las condiciones», balbucea, mirando a derecha e izquierda por si su supervisora le sorprende. «Sólo hablan de las posibilidades de promoción», añade. Cuado nos marchamos, la sonrisa sigue en su boca. Porque en la oficina le dicen que siempre hay que poner buena cara, pase lo que pase.

El Observatorio Face to Face, una mirada vigilante para evitar abusos

«Cuanto más volumen de trabajadores hay en un determinado sector, más posibilidades hay de que las cosas no se hagan adecuadamente». Con esta afirmación, Fernando Morón, director de la Asociación Española de Fundraising, explica los objetivos del Observatorio de Face to face, creado el pasado noviembre por la asociación que dirige, en colaboración con la entidad Autocontrol.

El término ‘Face to face’ alude a la captación callejera de socios. A pesar de que hay entidades que llevan hasta tres décadas recabando fondos de esta manera, el Observatorio comienza ahora su andadura. ¿Los motivos? «Impedir que se produzca un aumento de las prácticas irregulares y los abusos», en palabras del propio Morón.

En los últimos años el ‘Face to face’, junto con otras variantes como las visitas a domicilios y a pymes, ha experimentado un vertiginoso auge, debido principalmente al galopante paro juvenil y los recortes en las subvenciones públicas a las ONG. Este proyecto conjunto emitirá un informe anual en el que dará cuenta de la mala praxis en este sector para prevenir y poner coto a los abusos.

Las empresas de marketing, en el centro de la polémica

«Te sentirás degradado y humillado si trabajas en Giving International»; «Para denunciar la empresa»; «Si te llaman, huye»; «Engaño total»; «Empleo estafa»… Estas son algunas de las opiniones vertidas en el foro de Indeed, un buscador online de empleo, sobre la empresa de marketing Giving international, que capta socios para Médicos del Mundo y Save the children, entre otras. 

Esta empresa utiliza un sistema de ganancias progresivo: se cobran comisiones por los socios apuntados -siempre y cuando se exceda la cifra de 17 socios en un mes- y los jefes se embolsan dinero por cada socio que hagan sus subordinados. Un esquema similar -aunque con contratos laborales- al de la firma MBA Steel marketing, que trabaja para Cruz Roja y ha sido acusada de emplear falsos autónomos.

No es la primera vez que esta organización se ve salpicada por las presuntas irregularidades de las empresas que subcontrata. Hace dos años, un juzgado de Barcelona imputó a la cúpula de Appco Direct España, que también captaba fondos para la Cruz Roja, por un supuesto caso de falsos autónomos.

ElEconomista.es

Jose Sánchez Mendoza y Adrián Argudo

5/08/2018