La creación
Esa nada infinita, ese tiempo infinito, ese vacío infinito. Allí estaba yo, desde la infinidad de los tiempos y por la infinidad de los tiempos.
Había meditado mucho, el tiempo para eso no había sido un problema y la conclusión a la que todo ese pensar me llevaba siempre era la misma. Faltaba algo, yo necesitaba algo, no podía ser el vivir así por siempre. Ya me estaba cansando aquello. Decidí ver si podía arreglarlo.
—Mi Deus, creo que deberíamos hablar. No lo hacemos muy a menudo a pesar de estar juntos desde siempre. Yo me aburro, necesito estar entretenido. Seguro que a ti te ocurre igual. ¿No crees que deberías tomar cartas en el asunto y hacer algo que nos ocupara el tiempo?
—Mira, Mortem, yo vivo muy tranquilo y no tengo ninguna necesidad de complicarme la vida y lo que tú me estás proponiendo, seguro que lo hará. Ahora bien, entiendo que, siendo tú una parte de mí, deba concederte algo. Déjame que lo medite y ya te diré.
—Gracias por entenderme. Puedo sugerirte que sea lo que sea que pienses, tengas en cuenta que somos dos, tú das y yo quito. Te lo recuerdo para que no te olvides y decidas crear solo vida.
La meditación llevó largo tiempo. No es que eso importar. A mí, yo, creador, le iba lo de pensar.
—Bien, Mortem, he decidido que toda esta nada, todo este vacío, lo voy a llenar con mi creación. Te comunico que vamos a crear un universo que llenaremos con mundos y los seres y las cosas que lo habitarán.
No tengo muy claro cómo será, creo que lo haré de tal forma que él solo evolucione. Creo que de esa manera será más entretenido. Así los dos tendremos asegurado el estar ocupados.
Y me explicó toda la creación, las estrellas, los cielos, las tierras y los que las iban a habitar. La verdad es que lo había meditado bien, pero yo sabía que se dejaba llevar y al final esto le iba a dar muchos problemas. También él lo sabía, no obstante, decidió probar. En el fondo, era un padrazo.
Yo, en cambio, teniendo en cuenta mi forma de actuar, hiciera lo que hiciera, iba a tener algo en lo que matar el rato. Eso de matar me ha salido así, no va con segundas.
Y llegó el día, se fueron poco a poco haciendo todas las cosas y, por último, se creó al hombre. Al poco de terminar, sentí una carga inmensa caer sobre mis hombros al ver la magnitud del trabajo que me esperaba.
Miré al que sonreía a mi lado y pensé «la que se ha liado, yo tendré mucho que hacer, pero lo suyo va a ser un sinvivir, me da pena». Luego me puse manos a la obra; mi labor comenzaba ya.
Relato inspirado en la obra «La creación [En brazos de la muerte]» de Hans Holbein el joven. Enlace.