La mili y las bibliotecas
Cumplí el servicio militar a Rabasa (Alicante).Cuando termine el periodo de instrucción y me mandaron a mi destino vi que tenía montones de tiempo libre, para ser exacto casi todas las tardes de los próximos 365 días.
Lo primero que hice al llegar a mi destino fue preguntar dónde estaba la biblioteca pública.
Me miraron cual bicho raro y después de varios intentos conseguí saber dónde se encontraba.
La primera tarde libre que tuve, que fue a los dos o tres días, la busqué y me hice socio.
Como pasaba en donde yo vivía, solo podía sacar un libro prestado y pensando en los fines de semana vi que en muchos casos un libro iba a ser insuficiente.
Con la experiencia anterior bien aprendida fui a preguntar, a la persona que atendía la biblioteca de la que ya era socio, si había alguna otra donde prestarán libros y por suerte sí la había.
A partir de ahí con la posibilidad de dos libros para el largo fin de semana, la perspectiva de los próximos meses se me antojó más llevadera.
Unos 120 libros de todo tipo pasaron por mis manos, además de revistas y periódicos, fue un año muy intenso y una buena forma de aprovechar el tiempo.
Todo esto se completó con diversas películas que pude ver en la única sala de las llamadas en aquella época de «arte y ensayo» , películas que como mucha gente sabe no se podía antes ver en otro sitio.
La que más me impresionó fue » La naranja mecánica».
La mili, supuso un momento de intensidad emocional en varios sentidos. Como muchos, nunca había estado tanto tiempo fuera de casa.
Gentes diferentes con otras mentalidades y gustos. De alguna forma recluido y con cierto grado de disciplina obligada. Durante ese tiempo tuve la oportunidad de saber mas sobre nuestra guerra civil y las consecuencias para mucha gente, especialmente en esa zona.
Y esas vivencias dejan marca y en mi caso positiva, eso sí, vistas con unos años de perspectiva.