Las hilanderas del destino
Es bien sabido que no todos los mundos funcionan con las mismas reglas, ni tienen las mismas costumbres.
En nuestro mundo, las tres Nornas que urden nuestro destino entremezclan las lanas y el oro a su antojo, pudiendo hacer al ser humano desdichado o feliz en función de lo que haya hecho en el transcurso de su vida.
En la oscura noche nórdica, en un mundo paralelo al nuestro, tres magas con el poder absoluto sobre todos los seres, reinan sobre sus respectivas parcelas de la vida.
Forbi, sobre lo que fue, Tilstede, sobre lo que es y Framtid, sobre lo que será.
Ellas no necesitan tejer nuestro destino; con todo el poder del mundo en sus manos lo deciden en un interminable juego y dejándolo a la suerte llevan toda la vida.
Guerras, muertes, sufrimiento, felicidad, alegría; todos los sentimientos y el futuro de
los mortales en una reñida partida.
—Lo que se ha sido, es lo que más debe pesar en las decisiones sobre el destino —dice Forbi— mientras suelta dos cartas y pide dos.
—No, lo que más debe pesar es el presente, lo que uno hace ahora —comenta Tilstede—mientras indica que pasa, con la mano.
—Ya estamos como siempre, es la eterna discusión —dice Framtid, tirando al centro las cartas— estoy harta de jugar.
No era la primera vez que iniciaban esta discusión ni sería la última. En este su mundo las cosas no eran fáciles. Si al hecho de su poder absoluto le añadimos la aleatoriedad de sus decisiones basadas en el juego, estaba claro que sus súbditos importaban poco.
A pesar de todo los seres regidos por estas reinas magas, no perdían la esperanza de que algo cambiara y por lo menos no fuera todo decidido por el azar, sino por sus actos.
Aunque también entendían que a ellas les gustaba gastar bromas pesadas y en muchas ocasiones movían el destino de forma caprichosa.
Los dioses no podían hacer nada ya que el poder de ellas era casi infinito.
Dándole vueltas a ello y atendiendo a las súplicas que llevaba siglos recibiendo, Odín decidió intervenir. Mandó a un anciano, la idea era clara. Quería que las reinas magas hicieran su trabajo de forma honesta, no dejando las decisiones al azar.
Para ello dio poderes al anciano y le instruyó para que se enfrentará a ellas y les propusiera una adivinanza que no podrían solucionar.
—Si acertáis la adivinanza tendréis el poder de Odín, en caso contrario, deberéis ser honestas en vuestro trabajo de tejer la vida y no dejarlo en manos del azar —dijo el anciano en presencia de las magas.
Como era de esperar dada su afición al juego, ellas aceptaron inmediatamente.
—No se puede jugar, no se puede vender, se puede dar y por mucho que se use, nunca se acaba —dijo el anciano. ¿Qué es?.
Después de mucho pensar, al cabo de tres días le dijeron al anciano que no sabían la respuesta.
—Es el amor —dijo el anciano. Lo que pasa es que vosotras no lo conocéis, por eso no habéis podido adivinarlo.
Fue entonces cuando él les recordó los términos del acuerdo, debían hacer con honestidad su trabajo. Tendrían en cuenta las decisiones que el hombre tomara en su vida para así tejer su destino. Podrían jugar con él un poco, pero no dejarlo totalmente al azar.
Desde entonces en ese mundo paralelo, el destino de los hombres estaría regido por sus actos y aunque alguna mala jugada les hicieran las hilanderas, su vida sería más feliz que antes.
Todos los humanos dieron gracias a Odín por haberles ayudado.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 28 de enero de 2021