Los animales caseros
Cuando apenas tenía tres años, no podíamos ir a casa de mi abuelo ni mi hermana ni yo. Si íbamos, sufríamos la ira de la gata que él tenía. Ese bicho, cuando entrábamos, se lanzaba a arañarnos las piernas y nos dejaba bien marcados. Mi abuelo a pesar de ser su gata, viendo que no había forma de controlarla lo tuvo claro.
Mandó que la mataran. Vino el hijo de un amigo y pillándola con la puerta de entraba a la cocina le sacudió un badilazo, la metió en un saco de arpillera y de la gata no se volvió a saber más.
Mi abuelo lo hubiera hecho él, pero era ciego y de ahí el encargarlo.
Desde ese momento creo que he tenido siempre cierta animadversión a la especie felina.
De una manera u otra cuando ya tenía seis o siete años, gato que veía siempre recibía algo y no caricias precisamente.
Hace ahora algo mas de diecisiete años, mi mujer decidió que sería bueno tener un animal en casa y los felinos ganaron.
Llegaste a mi sin yo quererlo,
tú pequeña y sin poder de decisión,
posiblemente morirías en unos días
si al indicarme elige, no te hubiera escogido yo.
Destino infame e inhumano
impropio de nuestra civilización.
Cárcel para muchos es el nacer
juguete, capricho, estúpida ilusión.
A veces en sueños, animal te ves,
al despertar respiras aliviado
viendo en el espejo que todo un sueño fue.
Perrera, veterinario, arena, comida. Por ese orden fue su venida a casa un viernes de abril del 2005.
Ese sábado ya la subimos al pueblo. Desde entonces varios sustos por peleas, la lengua partida por un arañazo de algún animal. Un ojo perdido por un tumor, lavados casi imposibles en la bañera y otras menudencias, llegamos a hoy.
Debo decir que fue un acierto total. Pecas, es un animal cariñoso, sociable y muy abierto para ser gata.
El cariño y el amor que un animal nos da, puede hacernos cambiar la forma de verlos.
En mi caso así ha sido.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 3 de junio de 2022