Marta 24/7/365
Marta, como todos los días a las seis de la mañana, entraba al establo y abriendo la puerta dejaba salir a sus diez vacas. Luego hacía lo mismo con las ovejas.
A las vacas las condujo hasta un prado que había en el monte, justo enfrente de la casa. A las ovejas las llevó el perro a un redil grande, al fondo del valle, que luego iría ella a cerrar.
Hoy tenía un día muy agitado. Había quedado por la mañana con el veterinario que debía de vacunar a las vacas. Luego dar de comer a los conejos y las aves de corral. Si todo iba bien, para el medio día podría dedicar un rato al huerto. Quería recoger restos de unas berzas y otros vegetales para echárselo a las gallinas.
Pero bueno, por partes. Lo primero desayunar. Luego un rato en el ordenador y después a comenzar las labores de la granja.
En un lateral de la casa había un cobertizo que lo dedicaba a oficina. Ahora hacía un año aproximadamente, que se había decidido a mostrar al mundo el día a día de su granja.
Tenía montado un sistema de cámaras con las que, por medio de su web, cualquiera podía ver su actividad, en tiempo real, sin importar la hora del día.
Con la ayuda de Andrés, su hermano pequeño, había conseguido que esto se pusiera en marcha. Estaba muy orgullosa de cómo iba todo. A su padre al principio no le gustó la idea, pero no puso problemas. Al fin y al cabo, la había dejado a cargo de todo después del accidente que le dejó en silla de ruedas. Su madre por el contrario estaba encantada y le prestaba toda la ayuda que necesitaba.
Tenía un blog que, cual cuaderno de bitácora, utilizaba para ir narrando el día a día y lo que hacía. Contestaba a cuanto le preguntaban y había comenzado a vender sus productos a clientes de cercanía.
Con el tiempo mucha gente comenzó a seguirla. Ahora acababa de culminar otra de sus aspiraciones, habilitar una zona de la casa como alojamiento rural. Mucha gente estaba interesada en ir a pasar unos días y ver, in situ, la vida en una granja.
Juan había sido militar. Había perdido una pierna, hacía cinco años en el Líbano, en una misión de ayuda humanitaria de los cascos azules. Tras su recuperación y salida del ejército, estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Luego hizo un Master de escritura creativa, que en definitiva era lo que al él le apetecía.
Había comenzado a escribir una novela. Trataba sobre los amores de un cristiano y una musulmana Chiita en el Líbano, después de los atentados del 2015. En su faceta más periodística, estaba haciendo un ensayo. Analizaba los fallos en los sistemas de cooperación internacional. Fundamentalmente con los países del tercer mundo, estudiando la necesidad de buscar fórmulas alternativas de ayuda. También escribía una columna en una revista semanal y algún que otro artículo como escritor independiente.
Un día la casualidad quiso que buscando información acabara en una web llamada “La granja de Marta 24/7/365”. Le hizo gracia el título y por curiosidad, entró.
La web estaba claro que no era una obra de arte en cuanto a confección pero, lo poco que leyó del blog, le gusto. Tenía un estilo directo, sencillo y muy natural. Le chocó la visión, en tiempo real, de todo el trabajo diario que daba la granja.
La primera vez que vio a Marta le llamó inmediatamente la atención. Lo mismo limpiaba los establos que llevaba el ganado al monte. La vio coger huevos, despellejar conejos y pollos. No era solo ver el trabajo de una granja, su presencia lo llenaba todo.
Sin darse cuenta la visita a la web de Marta, se incorporó a su rutina diaria. Conforme iba pasando el tiempo comenzó a sentir que Marta formaba parte de su vida, le empezaba a gustar. Un día decidió participar en el foro que había abierto.
Al principio fueron preguntas sobre la granja, su funcionamiento, sobre la vida en el campo y poco mas. Finalmente se atrevió a contactar directamente con ella.
Le comentó quien era, a que se dedicaba, lo que hacía y lo que había hecho. Le dijo que de joven fue un poco cabeza rota, que se alistó en el ejército y al final se decidió por las letras.
Ella a su vez también fue contándole cosas sobre su vida. Le contó que era ingeniera agrónoma, pero que había decidido sacar adelante la granja familiar. La llevaba junto a su hermano y sus padres y esto le hacía feliz. Todos los días se escribían y poco a poco fueron conociéndose mas. Habían decidido que de momento su relación fuera así.
Juan lógicamente la conocía más a ella, puesto que la veía a diario haciendo las labores de la granja. Ella en cambio no lo conocía a él, salvo por una foto que le mandó.
Hoy era el día que por primera vez iban a verse cara a cara vía Skype.
A las diez de la mañana de ese domingo, sonó la llamada en el ordenador de Marta. Al darle a la tecla en la pantalla apareció la cara de Juan.
—Hola Marta ¿que tal?, debo decirte que estoy un poco nervioso.
—Juan, debo reconocerte que yo también lo estoy. Por escrito era como más fácil.
Esos primeros momentos fueron muy tensos, pero enseguida Marta tomo la rienda de la conversación. Poco a poco fueron relajándose y hablaron largo y tendido.
—Como sabes Juan, tengo una zona de la granja que la dedico a casa rural. Llevamos casi un año de relación por escrito, creo que deberíamos vernos. Podrías venir a pasar un fin de semana con tu hermano y su mujer. Así nos conocemos todos, creo que ya es hora.
Fue un fin de semana increíblemente extraño, pero a la vez maravilloso. Después de pasar esas horas juntos, estaban más convencidos que nunca de que eran almas gemelas.
Unos meses más tarde, Juan se fue a vivir a la granja con Marta.
El tiempo les confirmó lo acertado de esa decisión.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 1 de octubre de 2021