Matar un oso

Arthur Smail, miró la diana que estaba situada a unas 35 yardas. Entre los árboles del pequeño bosque, que tenía en la parte sur del rancho. Preparó la flecha y tensando el arco, en esa maniobra mecánica ensayada unas 75.000 veces más o menos. Soltó la flecha, qué salió hacia su objetivo. Pasó entre los árboles y unos segundos después impactaba cinco centímetros a la derecha del centro de la diana. La ligera brisa le había jugado una mala pasada.

Cogió otra flecha y remitiendo la operación puso especial cuidado en la postura y la suelta. La flecha dio en el centro.

Desde que había comenzado a tirar con arco, de eso, hacía varios años, no había dejado de practicar ninguna semana. A pesar de las labores del rancho, sacaba tiempo para tirar un par de cientos de flechas.

Con un grupo de amigos iban a campeonatos de 3D, donde hacían recorridos por bosque tirando a animales de goma. La verdad es que le gustaba, se lo pasaba bien.

Últimamente, incluso iba al gimnasio para ganar algo de musculatura, por el nuevo arco que se había comprado.

Él tiraba con arcos tradicionales de madera y acababa de recibir un Black Widow Greenleaf de 60 libras (uno de los mejores arcos que existen) y eso requería un poco de entrenamiento extra. Hasta ahora había tirado con 55 libras, pero esas libras extras las iba a necesitar para lo que pretendía hacer.

El próximo mes de mayo se iba con dos amigos suyos a cazar un oso negro a Canadá.

Estaba emocionado, después de tanta práctica y tanto tiempo dedicado a perfeccionar la técnica, por fin podría matar un oso.

Realmente hasta hace medio año nunca se lo había planteado, pero sus amigos de tiro le habían estado metiendo en la cabeza lo de cazar un oso de verdad y no uno de goma, que al final aceptó.

Se hizo con facilidad al nuevo arco, por cierto de una suavidad en la apertura y aunque exigente en la suelta, había sido una buena compra. Se acostumbró a flechas y puntas más pesadas y sobre todo a las puntas de caza que debería de emplear. Un oso de verdad no es como uno de goma, la flecha para que tenga más penetración tiene que ser más pesada y tener en cuenta el peso extra de las puntas de caza. Todo un reto.

Dos meses preparando todo y el día esperado llegó. El diez de mayo volaron desde Montana a Vancouver. Luego en coche hasta Port Alberni en la Isla de Vancouver. Y de allí ya directamente al campamento de caza.

Estaba muy nervioso y solo deseaba que comenzará, tenía deseo de tener delante de él un oso y poder apuntarle con su arco y abatirlo.

Las distintas partidas de caza se establecieron y a día siguiente muy temprano salieron a las zonas asignadas, él tenía un guía joven que supo buscar buenas zonas para ver osos. El primer día vieron varios, pero le parecieron pequeños y volvieron sin nada al campamento.

Esa noche corrió el licor que daba gusto, se habían abatido varios ejemplares, entre ellos uno conseguido por uno de sus amigos. Un magnífico bicho de 400 libras.

Al día siguiente su guía le levanto un poco más temprano, le dijo que se iban a desplazarse más lejos.

Después de dos horas de moverse por el bosque, a la entrada de un pequeño valle, junto a un arroyo, lo vio.

Era grande, según su guía, no menos de 350 libras. Estaba a 45 yardas y tenían el viento de cara, no los había detectado.

Se desplazó con sumo cuidado, para poder tener buen ángulo sobre el lateral del oso.

Puso una flecha en el arco, la maniobra ensayada hasta la extenuación, ahora le iba a servir para cazar su primer oso. Su primer trofeo de caza.

Tenso el arco, la comprobación mental de todo la hizo de forma automática. Posición mano, agarre cuerda, anclaje de flecha en cuerda, comenzó a tensar en arco, tenía buena apertura casi 30,5 pulgadas. Poco a poco la fue alcanzando.

La flecha estaba en su sitio, todo estaba bien, el costado del oso se le presentaba nítido, perfecto para que pudiera alcanzarle en el pulmón o el corazón. La tensión del arco abierto era grande, vio lo que iba a pasar, la flecha, salía del arco, impulsada por las 60 libras, una flecha de aluminio de caza con una punta con tres cuchillas de acero recién afiladas. El impacto en el lateral del oso que daba un brinco, la fecha penetrando mientras cortaba y desgarraba a su paso tendones y músculos. Poco a poco la vida se le iba a borbotones por el enorme agujero que la flecha había hecho.

Esa visión pasó por los ojos de Arthur en una fracción de segundo. Destensó el arco, guardo la flecha en el carcaj. No quiero cazarlo, es un animal muy bello, no lo mataré solo para que sirva de trofeo. Volvamos al campamento. Prefería los recorridos de bosque con los animales de goma.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 24 de marzo de 2023