No quiero cargar con la culpa.

He decidido salir a pasear, quiero dejar de pensar, quiero poder respirar aire fresco y no tener que tenerlo siempre en la cabeza.

En las traseras de mi casa hay un sendero que se adentra en el bosque. En cuando ando unos metros bajo los árboles, tengo que cerrarme la sudadera, siento frío.

El aire que pasa a través de las hojas y ramas parece que me susurra. Me lleva a pensamientos que no quiero. Mis hijos, ya son mayores y lo van a entender. No puedo dejar de pensar que, ha pesar de eso, les vamos, de alguna forma, a dañar.Los ojos se me nublan.

Me siento en un tronco caído. Veo pasar las nubes en el cielo, van muy rápido. Casi como mi vida.Unos pajarillos, de vivos colores amarillos y verdes, parecen contarse cosas en la rama de un árbol.Recuerdo el día de mi boda, luego los hijos. Y ahora…

Mi marido me ha dicho que quiere divorciarse. Está cansado de la monotonía en la que vive. Dice que me quiere, pero, que quiere ser libre para hacer otro tipo de vida. Lo peor es no saber en qué he fallado yo, si es que lo he hecho. Casi podría entender que hubiera otra, pero no. No es por eso. Me siento vacía. Me da la sensación que me han arrancado algo.

Una familia de zorros se sube en los restos de un tronco tumbado, me miran, parece como si me fueran a decir algo, luego se dan media vuelta y se van.

Al final del camino, un mirador sobre un pequeño acantilado, me deja ver el hermoso valle que hay a mis pies. Lo observo, qué bello es

.Pienso que yo no he sido la culpable, aunque posiblemente, sin saberlo, haya contribuido en algo. Me niego a cargar con ese peso. Si alguien tiene que hacerlo, tiene que ser él.

Vuelvo a casa más tranquila, me he dejado claro lo que debo hacer. Me dolerá, pero tengo que seguir adelante.

Mis hijos están ahí, son mi prioridad. Si es mi marido el que no quiere estar, peor para él. No quiero cargar con la culpa.

He decidido salir a pasear, quiero dejar de pensar, quiero poder respirar aire fresco y no tener que tenerlo siempre en la cabeza.

En las traseras de mi casa hay un sendero que se adentra en el bosque. En cuando ando unos metros bajo los árboles, tengo que cerrarme la sudadera, siento frío. El aire que pasa a través de las hojas y ramas parece que me susurra. Me lleva a pensamientos que no quiero.

Mis hijos, ya son mayores y lo van a entender. No puedo dejar de pensar que, ha pesar de eso, les vamos, de alguna forma, a dañar.

Los ojos se me nublan. Me siento en un tronco caído. Veo pasar las nubes en el cielo, van muy rápido. Casi como mi vida.

Unos pajarillos, de vivos colores amarillos y verdes, parecen contarse cosas en la rama de un árbol.

Recuerdo el día de mi boda, luego los hijos. Y ahora…

Mi marido me ha dicho que quiere divorciarse. Está cansado de la monotonía en la que vive. Dice que me quiere, pero, que quiere ser libre para hacer otro tipo de vida.

Lo peor es no saber en qué he fallado yo, si es que lo he hecho. Casi podría entender que hubiera otra, pero no. No es por eso.

Me siento vacía. Me da la sensación que me han arrancado algo.

Una familia de zorros se sube en los restos de un tronco tumbado, me miran, parece como si me fueran a decir algo, luego se dan media vuelta y se van.

Al final del camino, un mirador sobre un pequeño acantilado, me deja ver el hermoso valle que hay a mis pies. Lo observo, qué bello es.

Pienso que yo no he sido la culpable, aunque posiblemente, sin saberlo, haya contribuido en algo. Me niego a cargar con ese peso. Si alguien tiene que hacerlo, tiene que ser él.

Vuelvo a casa más tranquila, me he dejado claro lo que debo hacer. Me dolerá, pero tengo que seguir adelante. Mis hijos están ahí, son mi prioridad. Si es mi marido el que no quiere estar, peor para él.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 3 de marzo de 2023