Petra capital Nabatéa
En 1984 vimos un reportaje en TVE que nos gustó mucho a mi mujer y a mí.
Era la serie Ciudades Perdidas y la primera de ellas fue Petra la capital Nabatea.
Nos impactó sobremanera, las demás ciudades estaban bien, pero es que Petra tenía algo especial.
Hacía poco que estábamos casados y no era el momento más adecuado para afrontar ese viaje, el horno no estaba para esos bollos.
En nuestra mente se quedó esa ciudad y prometimos que si alguna vez podíamos iríamos allí.
Como muchas cosas de esta vida se metió en el cajón de futuros, de esos que pueden o no cumplirse.
Pasaron varios años, viajamos en ese tiempo por diversos países y el proyecto Petra siguió cogiendo polvo en futuros.
En el año 1991 al acabar la primera guerra del golfo y a pesar de ser una zona cercana al conflicto, vimos la oportunidad y decidimos irnos de vacaciones para cumplir nuestro sueño, visitar Petra.
Durante el viaje uno de los lugares visitados fue Damasco, la capital de Siria, no había según nos dijeron ningún turista salvo nuestro grupo y al parecer otro también de españoles, pero no los llegamos a conocer.
En total éramos unas 80 personas, hay que reconocer que el ambiente de la capital siria era un poco opresivo, militares por todos los sitios y mucha gente de paisano armada, según nos dijeron eran de la policía secreta, se respiraba como un no sé qué indefinido que lo notabas y te hacía sentir un pelín inquieto.
Nos sorprendió mucho el zoco, su entorno, el templo romano de Júpiter, y la Mezquita de los Omeya donde hay una capilla en la que dicen que está la cabeza de San Juan Bautista.
Palmira su teatro y su templo romano en medio del desierto con una fortaleza medieval al fondo sobre un altozano era de una belleza muy especial. Por suerte aún no había pasado por ahí la ola de destrucción que unos años más tarde tocaría esa parte del país, en el 2015 Dáesh dinamitó varios monumentos alguno irrecuperables.
Creo que contar más sobre nuestra estancia en Siria lo dejaré para otra ocasión.
De Siria pasamos a Jordania y llegamos a Amán la capital.
Siempre nos han gustado el ambiente de los países árabes que hasta ese momento habíamos visitado, Amán no nos defraudó.
A pesar del problema que para Jordania suponía y supone aún hoy en día los refugiados Palestinos, la vida allí es bulliciosa como en casi todas las ciudades árabes que hemos conocido.
Nuestro hotel estaba casi lleno de estos refugiados, pero a diferencia de Siria no había esa sensación de estar vigilados, ni se veía gente armada por todos los sitios.
Como dato curioso, la población de refugiados Palestinos actualmente es la más antigua del mundo.
Como el tiempo es oro nos fuimos en un taxi al centro de la ciudad para ver lo que se pudiera, teniendo en cuenta que era media tarde.
Previo pago de las adecuadas propinas, se nos permite ver el teatro romano, habíamos ido fuera de horas normales de visita. Realmente es una joya, la acústica es para dejarte con la boca abierta. Todo lo que se hablaba en el escenario se oía perfectamente desde cualquier lugar de las gradas.
Más tarde nos adentramos en la singular y bulliciosa noche de la capital jordana y por indicación de un comerciante al que le compramos dos kufiyas o pañuelos palestinos, terminamos cenando en el restaurante de un griego, que por cierto pese a su aspecto poco recomendable, nos resultó barato, aceptable la comida y el propietario tenía una labia para aburrir.
Y por fin Petra, mucho habíamos leído al saber ya que íbamos. Nos habíamos puesto antes de salir de España en contacto con la embajada de Jordania y nos habían proveído de documentación en cantidad.
Diversas guías de viaje reposaban en nuestra mochila. Al ir llegando a lugar donde se adquirían las entradas para acceder a Petra nuestros nervios estaban a flor de piel.
Había varias formas de acceder al lugar, optamos por alquilar dos caballerías que siguiendo el camino trazado por miles de visitantes anteriores a nosotros nos fue acercando a nuestro esperado destino.
El acceso desde donde nosotros estábamos era a través del desfiladero El Siq famoso por una película de Indiana Jones.
Tanto en el reportaje de TVE como en la película una vez recorrido el desfiladero la primera visión del monumento Al-Jazneh » El Tesoro», o Templo de la Urna, te deja con la boca abierta. Según parece o bien los otomanos o bien los beduinos o los dos se dedicaron en su tiempo a tirotear la parte superior de este edificio por creer que había un tesoro escondido.Desde abajo se pueden apreciar los daños en la roca.
Hay diversos monumentos romanos, entre ellos un maravilloso teatro excavado en la roca. Y lo que ellos llaman Ad Deir » El Monasterio», lugar en lo alto de un monte que es tan espectacular como el primero que ves al entrar y este también te deja sorprendido.
Al adentrarnos por el camino en Petra, había una jaima destartalada que al acercarnos vimos que era una especie de tienda para todo. Ya sabíamos que el bar restaurante oficial no estaba en funcionamiento por no haber gente, pero lo de la tienda era un sucedáneo muy a su estilo. Afuera a la sombra de un toldo varias personas del lugar estaban charlando.
Al vernos llegar nos invitaron a entrar, si fuera hacía un calor horroroso dentro ni te cuento, esto fue en pleno verano. Colgados de unas cuerdas había algunas postales, algún que otro regalo de dudoso gusto.
Lo mejor un balde con agua en el que habían puesto en remojo unas botellas de Coca Cola, el agua estaba como el ambiente, ni te cuento cómo estarían los refrescos. Eso sí aceptamos un vaso de té con menta que como es habitual estaba algo más que caliente.
En una mezcla de idiomas entre los cuales las señas eran una parte, nos comentaron que la guerra había propiciado que el turismo dejará de ir y el pueblo que vive de él, lo estaba pasando mal de hecho, mucha gente había emigrado a la ciudad al no poder vivir ya allí.
He de decir que la visita a Petra cumplió con amplitud nuestras expectativas, se podría hablar mucho más sobre el sitio, pero creo que con lo dicho queda claro que nos gustó.
Por reportajes posteriores hemos visto que en Petra se han hecho numerosos descubrimientos nuevos y ha cambiado de cuando la conocimos, pero el recuerdo de lo que vimos es ya imborrable.