Valle del Rio Urbión en La Rioja. Se pueden ver dos tejos centenarios .

Por el valle del rio Urbión

La mañana estaba algo más que fresca y ligeramente nublada a pesar de estar en pleno mes de Julio.

Eran las seis, hora que en este tiempo el clarear del alba dibuja siluetas de todo, como contornos de algo no muy bien definido y casi fantasmal.

Los arbustos que vimos nada más bajarnos del coche en la cuneta que hay en tamborrios, lugar así denominado donde se junta el río Urbión y el arroyo que viene de Viniegra de Arriba, estaban llenos de escarcha.

Al respirar pequeñas nubes de vapor nos salían por la nariz.

En la cara de los tres que íbamos se notaba una sonrisa similar, el día prometía ser magnífico para la caminata que nos aguardaba.

Cuando uno va ascendiendo por el valle y echa la vista al fondo, ve las laderas que lo forman y se aprecia su origen glaciar.

Origen que está patente se mire donde se mire.

Las laderas ya pulidas y labradas por la acción del hielo, los cantorrales que fueron quedando durante su discurrir desde el circo superior del Urbión hacia abajo.

Es un imagen que nos deja con la boca abierta, incluso para un neófito que no sepa muy bien de qué va.

Los árboles nos acompañan más de la mitad del camino, luego poco a poco van desapareciendo para dejar pasar a pastos y piedras.

También dejamos atrás unas pequeñas terrazas algunas con frutales, todo ello abandonado hace muchos años, antiguamente faltaba tierra y ahí también se cultivaba.

Hoy en día nadie quiere trabajarlas, vienen de una época que la economía era de subsistencia.

Al fondo a la derecha dos solitarios Tejos, silenciosos y antiguos testigos de otros tiempos cuando toda esa zona recibía enormes rebaños de ovejas trashumantes.

Llegadas de Extremadura por las hoy casi perdidas Cañadas Reales.

No podía faltar una ermita, la de San Millán, donde en Agosto se sube en romería.

Una oquedad con un precioso salto de agua se nos presenta a un lado de camino, lugar apropiado para coger agua y refrescarse.

El recorrido con sus cambios de paisaje nos llena con su belleza a cada paso que damos. Una vez que llegamos al curso alto del valle ya debajo de la laguna de Urbión, decidimos no seguir.

Nos paramos junto a un pequeño meandro que había hecho el río, formando una pequeña pradera de hierba cubierta de flores multicolores.

Encima de nosotros veíamos una cabaña que en sus tiempos sirvió de refugio a los pastores que venían con las ovejas.

Vivían en soledad cuidando el ganado, acompañados de sus perros.

Sin duda disfrutaron de inmensas noches estrelladas.

También noches en vela por los aullidos de los lobos que a buen seguro había.

Cuando a la vuelta paramos en el pueblo tuvimos la oportunidad de charlar con unas personas que estaban junto a la fuente.

Es de destacar el trato de esos serranos con la gente foránea, amabilidad hasta el no va más.

Ahora me explico porque un amigo nos indico que hiciéramos esta ruta.

Por la belleza singular y por la amabilidad y trato de sus gentes.

Todo ello cerca de casa, lo curioso es que hemos llegado aquí por las circunstancias actuales.

De no ser por eso, posiblemente nunca lo hubiéramos conocido.