Puede que no lo vuelva a ver
Hoy cuando volvía a casa, de comprar algo de fruta, vi delante de mí dos personas mayores.
Ella con bastón en la mano derecha y él con una bolsa, llena de cosas, en la izquierda. Las otras dos manos agarradas, la una a la otra, se movían acompasadamente mientras andaban. Un andar cuidadoso, medido, lento y cansado. Ella movía las piernas con dificultad, de ahí el bastón, él arrastraba los pies.
Se han parado en una floristería para mirar unos ramos de flores. Sus miradas se han encontrado y me ha parecido percibir, entre las arrugas que surcaban sus caras, sus rostros iluminados por una sonrisa, bajo las mascarillas. Él, la ha dejado sentada en un banco y ha entrado en el establecimiento.
Yo por la curiosidad de saber cómo terminaba aquello, me había ido quedando rezagado.
Poco rato después ha salido con un pequeño ramo de margaritas blancas y se las ha dado a ella. Mientras le ayudaba a levantarse la mujer le ha tirado de la manga de la americana y, cuando él se ha inclinado, le ha dado un beso en la mejilla.
Renqueando poco a poco se han ido calle arriba.
Cuando recogía la fruta, en la cocina de casa, pensaba en la complicidad y amor que había visto entre la pareja de ancianos.
Que bonito sería poder terminar mis días, como ellos, con la persona que amo tras toda una vida juntos.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 2 de noviembre de 2020