Que curiosas formaciones
Aquella noche, como casi todas en el desierto de Atacama, era silenciosa, seca e inhóspita. Por contra en el cielo, la Vía Láctea se divisaba en todo su esplendor. La bóveda celeste saturada de puntos luminosos sobre un fondo oscuro.
Un golpeteo constante como si de granizó se tratará, rompió el silencio durante unos minutos. Del espacio caían piedras que al momento se perdían de vista, entre las miles que allí había.
Cientos de años mas tarde Aiqua, un descendiente de los Kunza (pobladores del antiplano), se dirigía cruzando el desierto de Atacama hacia la costa para intercambiar productos. Iba acompañado por su hijo Zahli y entre los dos conducían una pequeña recua de llamas cargadas con género.
Nunca antes habían ido por allí, pero a su padre le habían indicado que acortaría muchas jornadas si cogía esa ruta y no se lo pensó.
Esa noche la pasaron al resguardo del viento en un minúsculo valle lateral, por el que discurría un pequeño arroyo. Encendieron un fuego para hacer la cena y lo mantuvieron para calentarse, la noche era muy fría. Zahli siempre había oído hablar a su padre de las increíbles noches en el desierto.
Esa fue sin duda una de las mas bellas que había visto. Las estrellas no parecían parpadear como en otros sitios. El cielo estaba repleto de puntos brillantes, parecía que unos estaban más lejos y otros más cerca. Tenían razón su padre era un lugar mágico.
Conforme el sol se levantaba sobre el horizonte, su calor fue sustituyendo el frío de la noche. Su luz les permitió contemplar las paredes del valle donde habían acampado. Unos enormes dibujos las adornaban, piedras y tierra amontonada haciendo esas formas.
Su padre le comentó que en muchos sitios había dibujos de ese tipo, aunque estos parecían diferentes a los que él había visto; no dibujaban formas como en otras partes. Subieron por un lateral del valle, para desde arriba verlos mejor. Comprobaron que no eran dibujos de seres como en otros sitios, parecían puntos unidos por líneas, similares a los que figuran en los libros para indicar las constelaciones. Les pareció que eran eso, pero ¿que entendían ellos de esas cosas? Sin darle mayor importancia, cogieron los animales siguieron adelante.
—Curioso lo de estos seres —gritaba la piedra grande y blanca que estaba en uno de los puntos altos del dibujo—. Les hablo y les hablo y no me entienden o no me oyen. Así llevamos muchos ciclos y salvo seres de cuatro patas, estos son los primeros de dos y ni unos ni otros nos hacen caso.
—Puede ser que sean seres inferiores y no entiendan nuestra forma de comunicarnos, sin sonidos, solo con el pensamiento —le contesto otra piedra que había en la base—. Es más, no sabemos el alcance que tenemos. Desde que estamos aquí no hemos podido contactar con nuestras hermanas, que después de la explosión de nuestro mundo entraron con nosotras en este.
—Lo peor de todo —dijo la primera piedra— es que tampoco saben interpretar los dibujos y formas, que con gran esfuerzo y gracias a nuestros poderes mentales hemos podido hacer. De hecho antes de separarnos acordamos que los símbolos gigantes, serían una buena forma de comunicarnos si la otra no funcionaba. Al parecer no funciona ni una ni otra.
Mucho tiempo después en un pueblo llamado Tocona había un extranjero, se llamaba Manuel. Era arqueólogo, todo el mundo lo tenía por un poco loco. Se pasaba el tiempo en el desierto buscando geoglifos, cosa que para mucha gente era claro síntoma de locura. Había recorrido Perú, Bolivia y Chile estudiándolos. Tenía en su casa montones de fotos de todos los que se habían descubierto, e innumerables muestras de piedras recogidas en sus visitas a esas formaciones.
—Bueno y vosotras ¿que me podéis decir? —preguntaba una de las piedras que había en el estudio de Manuel a otras recién traídas—. Nosotras siguiendo lo que se había acordado, intentamos establecer contacto con estos seres pero no hay forma. Aparte los dibujos tampoco los han entendido.
—A nosotras nos ha pasado lo mismo. Donde caímos durante muchos ciclos no vimos ningún ser como los de aquí, solo de cuatro patas, pero da igual no nos entienden. Nuestros dibujos tenían los patrones acordados. Tenemos que asumir que nuestra civilización, ante la imposibilidad de comunicarnos con los seres de este planeta, deberá entrar en letargo hasta que las condiciones permitan hacerlo.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 18 de noviembre de 2021