Silencio, se rueda
Hoy en el plató de rodaje el ajetreo es enorme. Todo el mundo se mueve a la carrera, se están dando los últimos retoques. En unos momentos aparecerá Chaplin. Estamos en pleno rodaje de «Luces de la ciudad».
Hacia el final de la calle vi la inconfundible figura de Charlot con su sombrero y bastón, se acerca acompañado de la señorita Virginia.
Los coches, los extras, el decorado del parque, la valla, la acera de la primera toma, las flores de la vendedora. Todo está listo.
Con su andar de pato mareado, nuestro director, productor, escritor y actor se pone detrás de la cámara. La señorita Virginia va a colocarse en su lugar junto a la valla, entre las flores
Esta primera escena, cuando el pequeño vagabundo conoce a la florista ciega, ha sido rodada ni sé las veces en las últimas semanas. Nunca sale a gusto de él. Oigo la voz del jefe, «vamos a rodar».
Es en ese preciso momento, cuando parece que todo se paraliza, que todo se mueve a cámara lenta. En esos segundos, incluso parece pararse el tiempo, el ruido se desvanece y hay un profundo silencio.
Después de esos momentos mágicos, todo se precipita. La pizarra se pone delante de la cámara y se oye de fondo «silencio, se rueda». Un murmullo se abre camino en ese silencio.
Una vez más Chaplin para la toma. A ver, dice elevando la voz. Es una película muda, no grabamos sonido, pero quiero silencio mientras rodamos. Tan difícil es. «Silencio»
Escrito presentado a la exposición que colectivo «El hombre que fue jueves», tiene hasta el 5 de diciembre en la Fundación Caja Rioja de Gran Via en Logroño.