Solo oscuridad
Me llamo Eloisa Buendía y no se puede decir que haya llevado una vida cómoda, mas bien todo lo contrario.
Nací en una aldea de la Vega del Pas, una de las llamadas «villas pasiegas». Mis padres tenían una finca junto al río Miera y recuerdo como el agua a través de pequeños canales, que mi padre se preocupaba de mantener limpios, llegaba a todos los rincones dando verdor y vida a la tierra.
Ese tintineo del agua al correr por los regatos siempre está en mi recuerdo, me acompaña donde quiera que vaya. Me produce una sensación de tranquilidad y calma en los momentos de desasosiego.
Gran parte de la finca lindaba con el río, donde pastaban las tres vacas que teníamos.
En la parte de arriba de la parcela estaba la casa con los corrales y detrás el huerto, del que dependíamos para la provisión de hortalizas y fruta. Mi madre tenía un rincón para sus plantas medicinales. Recuerdo que me llamaba la atención la cantidad de olores que allí había.
Mas arriba estaba el camino que conducía al pueblo, bueno pueblo, una aldea y además solo hay algunas casas. El resto son caseríos diseminados por los montes.
En la ladera, enfrente de la casa, mi padre tenía varias eras con forraje para el ganado. Tengo su imagen viva en mi mente, dalle en mano cortando la hierba. El suelo con grandes franjas de color cambiante conforme pasaba la cuchilla y la hierba caía. De vez en cuando paraba, sacaba una piedra de afilar y levantando la hoja, le daba unas cuantas pasadas volviendo de nuevo a su labor.
Hasta los doce años fui a la escuela a una clase en la que estábamos todos los niños juntos. Éramos dieciséis entre niños y niñas. El más pequeño tenía 4 años y el mayor catorce.
En los ratos libres ayudaba en casa, lo mismo ordeñaba, que subía al monte con el ganado, que mataba y desplumaba una gallina.
Tenía dos hermanos mas pequeños, uno tenía seis y el otro ocho años. Yo era la mayor y tenía diez.
La vida no era fácil pero debo de reconocer que yo era feliz en esa época, luego la cosa cambió. Estalló la guerra y todo mi mundo desapareció.
Ese año el miedo se apoderó de mí, llegaban noticias de los bombardeos y aunque en nuestro rincón perdido casi no cambió nada en mi interior un desánimo me fue invadiendo.
Al año siguiente en 1937 recuerdo que comenzaron los movimientos de gente, algunos se marcharon, otros como mi padre decidieron quedarse.
Nunca supe que pasó, nadie me dijo nada, solo sé que un día estando en el colegio nos montaron en unos camiones y nos llevaron a un sitio en medio de un monte, al fondo se veía el mar. Había un caserón grande y muchos niños como yo, solos, sin saber que estaba pasando y con el corazón encogido por la angustia y el miedo.
Estuvimos allí un año, nunca volví a ver a mis hermanos ni a mis padres. Nunca nadie nos dijo nada. Por algún comentario que se le escapó a una mujer que nos cuidaba, quise deducir que mis madres y mis hermanos habían muerto. No se como ni porqué.
De ahí me mandaron a un colegio de monjas donde me enseñaron a coser, cocinar y planchar. De ser una niña alegre y despreocupada, pase a ser una persona triste y encerrada en mi misma.
Pasados unos años me llevaron a una casa de criada. Mi vida era el trabajo. No supe nunca lo que era una fiesta ni unas vacaciones. Cuando tenía unos veintidós mas o menos, el cura que visitaba con frecuencia la casa donde servía, me dijo que ya era hora de que me casara. No se porque de aquello, pero unos meses más tarde me dijo que fuera a la iglesia. Me presentó a un señor algo mayor que según me dijo era un buen cristiano, viudo con dos hijos y que necesitaba una mujer.
En ese momento algo dentro de mí se rompió y dando media vuelta salí corriendo de la iglesia.
Y ahí se acaba todo doctor, lamento haberle aburrido con la historia de mi vida. Salvo los primeros años, ha sido miserable.
Luego me contaron que me cayó encima una viga cuando salía de la iglesia, estaban haciendo reformas en la torre.
Me han dicho que usted me trajo de la muerte. Lamento decirle que no puedo agradecérselo. Y contestando a lo que me preguntó doctor, le diré que cuando salí de la iglesia primero sentí un fogonazo de luz por el sol y luego nada, la oscuridad.
<<Eso fue lo último que vi antes de morir>>.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 26 de abril de 2021