Todo es cuestión del ángulo
Me llamo Rufo y estoy seguro de que nunca has oído hablar de mí. Soy un perro mestizo que vivo en un albergue para animales que hay en Guadalajara. He sido varias veces adoptado, pero siempre me han terminado devolviendo. Yo no he tenido culpa en ello, es más, soy un tío fenomenal. Me adapto a todo, niños, abuelos, gatos, tortugas, patos, conejos…
En fin, que con tal de tener un sitio caliente en invierno, fresco en verano y un plato de comida, no hago ascos a nada. Después de ser devuelto la última vez (por un majara que se empeñó que yo era un alienígena que me había apoderado del cuerpo de un perro) ya me creo todo lo que me cuentan los colegas del albergue.
Hay un Beagle que cuenta unas cosas rarísimas de su último amo. Decía el otro día que cuando comen, bueno (aparte de que se ponen varias escudillas de comida, que derroche, con una al día debería de tener suficiente) se pasan las comidas frotándose la boca con un trapo, ¿no es extraño?, con lo fácil que es pasarse la lengua y ya está. Con los que yo he estado lo normal era pasarse la boca por la manga. Sobre los humanos que comenta el Beagle aunque hacen cosas raras no se parecen en nada a lo que yo he tenido.
Mis amos, si quitamos al majara último, eran un desastre. Comían poco, pero beber y meterse unos polvos por la nariz eso a tope.Cuenta también que cuando beben, se llevan la escudilla a la boca, no meten la lengua dentro. Eso es de raros. Lo normal es meter la lengua. Ah, y cuando conocen a alguien se dan la mano, no se huelen. Así, como pueden saber nada del otro.Se bañan casi todos los días, a quién se le ocurre. El agua a diario solo para los peces, es bien sabido. En fin, que ha seguido contando cosas y nos hemos quedado todos sin ladridos. Que cosas mas raras hacen y luego nos dicen a nosotros que somos animales y ¿ellos?