Un amor platónico, no deja de ser bello

Esa tarde todos estaban nerviosos, la agitación era más que evidente. Esperaban la decisión de los ancianos. De ellos dependía cuando comenzaba la emigración anual, las fechas eran las correctas, pero debían decidir el momento preciso.

Mientras esto ocurría, más y más delfines se iban juntado en las costas de las Islas Galápagos. Todos esperaban con inquietud el momento de salir.

Por fin decidieron que mañana era el día adecuado. A primera hora, en cuanto sobre el horizonte asomó el sol, comenzó la emigración hacía las cálidas y bellas aguas de la gran barrera de coral australiana.

La contracorriente de Humboldt, de la que ignoraban su nombre, los debía de llevar a su destino. Su instinto les indicaba que, por ella, rumbo al oeste, llegarían a las cálidas aguas australianas.

La ingente masa de delfines comenzó a moverse mar adentro. Poco a poco se fueron incorporando a esa invisible vía marina, que les llevaría de un extremo a otro de ese inmenso océano.

Pora Pora (primera nacida en tahitiano) que así se llamaba la delfina cuya historia estoy contando, acompañaba a su familia en esta aventura. Era la primera vez que lo hacía. Había nacido hace dos años y le habían puesto ese nombre como recuerdo a la isla de Bora Bora. Su familia la había visitado en innumerables ocasiones y siempre les pareció un paraíso.

Poco a poco fueron dejando atrás el continente americano. Por delante les quedaban muchos días de travesía. Mas de cien, les habían dicho.

Juntándose a unos y otros, para hacer más entretenido el viaje, se fueron pasando los días.

Pora Pora, todas las tardes desde hace unos días que tuvieron una tempestad muy fuerte, procuraba ir por la superficie para disfrutar de los últimos rayos del sol al atardecer. Ese calor la reconfortaba, le hacía sentirse bien.

Los días se fueron haciendo monótonos, solo nadar y nadar dirección oeste. La tarde, con la visión del sol al ocultarse, era un motivo más para seguir. No sabía cómo, pero esa visión diaria comenzó a desearla con una intensidad hasta entonces no conocida.

Esperaba con ganas, casi con ansia, que llegara el atardecer para verlo. Sentir su calor y poder hablar con él. Poder decirle cuanto lo echaba de menos y cuanto añoraba su presencia el resto del día.

Su madre se dio cuenta de que su hija, cuando llegaba el atardecer, estaba más nerviosa y se pasaba el rato saliendo a la superficie mirando a poniente. La fue observando a lo largo de los días y como a una madre no se le escapan esas cosas, por fin supo lo que le pasaba.

—Haber Pora Pora —le dijo su madre—. ¿Qué te pasa?, ese comportamiento tuyo no es propio de un delfín.

—Mama, estoy enamorada. Quiero con toda mi alma al Sol. Llevamos tantos días detrás de él que al final, su calor, su luz, esos hermosos atardeceres me han hecho enloquecer de amor.

—Algo de eso me temía yo, pero, ¿te das cuenta hija de que ese amor es imposible?

—Ya mama, lo sé. Pero no puedo dejar de pensar en él día y noche. Ahora es el motivo de mi existencia, el motivo por el que mi corazón late cada día.

Ningún razonamiento de su madre le hizo cambiar. Seguía pasando todo el tiempo que podía mirando al sol y sobre todo al atardecer. Le hablaba de lo que pensaba, de lo que le gustaría hacer, sus inquietudes, dudas…

Pora Pora comprendía lo que su madre le decía, pero nada podía hacer para evitar sentir lo que sentía. Un día notó que no distinguía bien las formas y los colores. Se dio cuenta que había perdido casi la vista. Tanto mirar a su amado, se le habían quemado los ojos. No por ello el Sol dejo de hacer lo que hacía siempre, como si nada de esto hubiera pasado.

Por fin Pora Pora entendió que su amor no era correspondido.

Cuando llegaron a la Polinesia Francesa, lugar de belleza sin igual cuyos paisajes y colores inspiraron a Gaugin tan bellos cuadros, decidió que ahí terminaba su viaje. Ciega, enamorada de la luz y calor del sol. En las cálidas aguas de la isla, de la que viene su nombre, se abandonó a su destino y una tarde al calor de su amado murió.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 20 de agosto de 2021