Un mundo al otro lado del nuestro
—Julia, arriba, se hace tarde y es hora de ir al colegio —gritaba la madre desde la cocina—. Tienes que desayunar y lavarte. ¡No me obligues a subir! Por la noche no hay forma de que te acuestes y luego pasa lo que pasa.
—Ya voy mama, tranquila, ya estoy preparada y bajo ahora a desayunar.
Esa mañana iban a ir al Acuario, se había ampliado y hoy era el día reservado para que los colegios pudieran visitarlo. A Julia no le gustaba ninguno sitio así, que tuviera animales encerrados, pero como era una actividad escolar, no le quedaba otro remedio que asistir.
Una guía les fue explicando todo lo que iban viendo durante el recorrido. Julia iba un poco por libre y en un momento determinado, cuando pasaba junto a un gran acuario, vio como unas medusas blancas y rosas flotaban en él. Parecía que estuvieran ejecutando una danza al compás de una música que no se oía.
Se quedo pegada al cristal embelesada, mirando los movimientos que ejecutaban con gracia y soltura. De repente delante de ella, como si de un fantasma se tratará, apareció una medusa enorme de colores dorados. Julia entonces se acercó aun más al cristal rozándolo con la punta de la nariz. La medusa estiró un brazo como si quisiera tocarla.
En ese momento Julia se vio dentro de un torbellino de luces, en una espiral que parecía no tener fin y como había empezado termino. Miró a su alrededor, ya no estaba en el acuario. Un bosque enorme se extendía delante de ella. A sus pies una pradera llena de flores de diferentes colores.
Cuando se volvió, se encontró de golpe con un duende. Estaba mirándola flotando por encima de su cabeza. En contra de lo que pudiera pensarse, no se asustó y todo le pareció normal.
—Ya era hora que llegaras —dijo el duende—, llevo esperándote todo el día. Por cierto me llamo Tucio y tú ¿como te llamas?
Julia miro a su alrededor, esperando ver a alguien, cuando comprendió que el duende se dirigía a ella.
—Yo me llamo Julia y ¿porqué me esperas?
—Elana la medusa, me dijo que viniera al prado, que alguien llegaría para ayudarnos a salvar a Carlolo, nuestro elemental. Él controla el tiempo aquí y últimamente, no sabemos que le pasa. No hace bien su trabajo y me temo que no viviremos para contarlo, si no se cura.
—De eso que me hablas yo no tengo ni idea, solo se que me acerqué en el acuario a una medusa y de repente estoy aquí hablando contigo.
El duende que nunca entendía lo que Elana hacía y menos aun porqué lo hacía, decidió llevar a la chica con la medusa.
En medio del bosque, en el Valle de los Sueños Olvidados, hay un estanque de agua cristalina donde vive la medusa. El duende llevó volando a Julia y con suavidad la dejo en la orilla, junto al agua. Sacándose una flauta del bolsillo emitió unas notas con ella. Del centro del estanque surgió una medusa casi transparente y tonos dorados.
—Veo que por fin has llegado, humana —hablo la medusa—, no todo el mundo es receptivo a mis encantamientos, pero por lo que veo, contigo acerté. Te preguntarás que haces aquí y también donde estás.
Bien, para empezar te diré que estas en Bagaria tierra mágica de vuestros sueños, de vuestros sueños de niños. Aquí vivimos en armonía y paz. Aquí hay duendes, hadas, trasgos, elfos y todo ese sin fin de seres y animales, que pensáis que son fruto de la imaginación popular o de escritores raros. Este es un mundo donde todos tienen cabida, paralelo al vuestro, en el que nunca nos cruzamos salvo en los sueños.
Aquí es donde muchos humanos nos visitan y permanecen mientras duermen, para irse al despertar. Nadie viene aquí de forma permanente, solo vienen de paso por unas horas. En algunos casos pasan momentos felices y en otros no, pero así son los sueños. Cuando os hacéis mayores ya no venís aquí, salvo casos especiales.
—Vale ¿y yo como es que estoy aquí en mi formal real? o por lo menos eso creo. Por lo que me dices mi cuerpo no debería de estar en este mundo.
—Tienes razón, pero el Consejo de Ancianos me ha dado permiso para traer a un humano que nos ayude a curar a nuestro elemental Carlolo. Desde que está malo no controlar el frío y el calor, no podemos continuar así. Sabemos, porque así lo dice nuestra tradición verbal, que este tipo de problemas solo los puede arreglar alguien como tú.
Hemos buscado en tu mundo y no mucha gente cumple los requisitos para poder venir aquí y ayudarnos. Tú eres una de las que si puede. Prueba de ello es que estás aquí, si no fuera así, no habrías oído mi llamada en el acuario. Fuiste receptiva a lo que te dije y se activo el túnel que te trajo.
—Hasta ahí de acuerdo, ¿pero como puedo ayudar a ese Carlolo? —quiso saber Julia.
Elana la medusa, pareció fundirse en el aire y Julia notó como la cogía de la mano y se elevaba del suelo. Subieron por encima de los árboles seguidos de Tucio el duende. Desde el aire Julia pudo observar el maravilloso mundo que había bajo sus pies. Bellos bosques con todo tipo de árboles y plantas. Pequeños pueblos diseminados por esa tierra, que se perdían en el horizonte entre riachuelos y cultivos.
Le mostraron todo ese mundo y a la vez le enseñaron los destrozos que causaba su elemental enfermo. Había valles donde el frió había arrasado todo y otros donde el calor había quemado hasta la última brizna de hierba.
—Entiendo el problema —dijo Julia—. Pero Elana ¿como puedo yo ayudaros, que queréis que haga, yo no se como curar a Carlolo?
—Es mas sencillo de lo que crees —dijo Elana—, nosotros no podemos hacerlo porque somos parte de este mundo de sueños. Tu si puedes, solo tienes que cogerlo de las manos, una la tiene fría y la otra caliente. Poco a poco iras conectando con su yo interno, así podrás regular el desequilibrio de su espíritu. Tienen que estar compensados un lado y el otro. Así Carlolo volverá a ser un buen elemental del tiempo.
Julia no estaba muy convencida de ello, pero entendía que era de vital importancia que el tiempo se equilibrara. De no ser así el mundo de los sueños podría desaparecer quemado o helado.
Se juntaron todos en un gran prado de hierba y flores. Se oía el sonido suave de las olas del mar al romper en la cercana playa. El Consejo de Ancianos, Elana, Tucio y un sin fin más de seres, rodearon a Julia y Carlolo.
Tal y como le habían indicado, Julia se sentó y cogió las manos del elemental. Se sorprendió de los maravillosos recuerdos que este le mostró, de la vida allí, de los seres que lo poblaban y de la importancia que su equilibrio tenía para su mundo. Poco a poco Julia fue conectando con él y comprendió donde estaba el problema. Al unir sus espíritus, Julia consiguió equilibrar el de él. No sabe cuanto estuvieron allí. Cuando todo terminó, todos estaban aplaudiendo.
—Lo has hecho muy bien Julia —dijo Elana— ya se ha vuelto a regular el tiempo y todo vuelve a ser como siempre. Te estamos muy agradecidos. Nosotros no podíamos hacerlo.
Julia vio que todos estaban sonrientes y le daban las gracias, cada uno a su manera. Un rato después Elana le dijo que debía irse ya. No podía permanecer allí más tiempo, le gustaría que no fuera así pero ese era un lugar de sueños.
Elana la acompaño de nuevo al bosque donde había llegado y la dejó en el suelo. Le deseó lo mejor y tocándole la nariz la hizo desaparecer.
Se encontraba de nuevo en el acuario donde la medusa alargaba un brazo para tocarla. Cuando llegó a la altura de su corazón, a través del cristal, Julia noto un montón de sensaciones y una felicidad inmensa la invadió.
Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 29 de octubre de 2021