Viejos placeres

El día era agradable. Una suave brisa otoñal hizo que sintiera un pequeño escalofrío. La primavera y el verano habían sido especialmente calurosos.

Miraba todo con inusitado interés. Pasé por un parque que había cerca de donde yo vivía, la gente paseaba y los niños jugaban. Todo parecía nuevo a mis ojos.

Fui a un bar donde solía ir. Antes era cliente habitual. Aunque no conocía a nadie, el ambiente me resultó agradable. Mientras tomaba unas copas, me vinieron a la cabeza recuerdos de los últimos años. Muchos no eran agradables y preferí olvidarlos. El alcohol ayudó un poco.

—¿Estás solo? No recuerdo haberte visto por aquí —me preguntó una mujer de mediana edad con un vestido de verano que, «Francamente, le sentaba bien».

—Sí, estoy solo y últimamente no he venido mucho. Antes era un habitual, pero de eso hace mucho tiempo —le dije a la mujer.

No sé que vio en mí, pero se sentó a mi lado y nos pusimos a charlar. Parecía que fuéramos dos viejos amigos que hace tiempo que no se ven.

Nos contamos cosas de nuestras vidas, viejos recuerdos. Unas horas más tarde, con unas copas de más, fuimos a su casa. Íbamos agarrados uno al otro de no haber sido así, posiblemente, no habríamos llegado.

Tenía cerca del bar una pequeña casa con jardín. El interior estaba muy limpio, de lo que recuerdo, tenía buen aspecto.

Nos sentamos y me ofreció una copa, que acepté. Mientras iba a por ella, intenté recordar cuanto hacía que no estaba con una mujer.

Bueno, pensé, «hay que ser gilipollas, he estado en la cárcel los últimos quince años y no hay que ser un lince para entender, qué mínimo ese tiempo. De antes, mejor no pensar en ello».

Cuando volvió con las copas, se había quitado el vestido. En ese instante, algo saltó en mi cerebro. Me abalancé sobre ella y asiéndola con las manos por el cuello, fui apretando poco a poco. De su boca escapaban pequeños sonidos. Algo me obligaba a seguir y seguir… Cuando solté su cuerpo, cayó encima del sofá. Estaba muerta.

No me había parado a pensar que… Quizás esa sensación era la que había estado buscando, desde que esa mañana a las ocho me habían puesto en libertad.

Esa sensación olvidada, al volverla a sentir, había hecho que recordara otros momentos similares, que me habían producido placer en el pasado. Hasta ese momento no lo había echado en falta. Ahora me parece maravilloso.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 18 de noviembre de 2022