Foto reporesentativa de la soledad que tiene el protagonista del relato

El desahuicio

Llaman a la puerta y al abrir me encuentro con varias personas.

Dos policías y un señor del juzgado que me lee unos papeles.

Resumiendo, que me tengo que ir de mi casa estoy desahuciado.

El banco me echa por no hacer frente a los últimos pagos.

Cincuenta años, trabajo, sin paro, sin familia y a la calle.

Me voy con una mochila, cuatro ropas y un saco de dormir. Es prácticamente lo que poseo.

El resto lo he ido vendiendo para poder vivir pero no ha sido suficiente.

Al salir del portal hay un taxi en el que se sube el del juzgado, la policía se va en su coche y yo por definición ya, vagabundo, me voy andando.

Me veo en el cristal de un escaparate y me digo a mí mismo, no parezco un mendigo, aún no.

Me cruzo con un grupo de personas que van con mochila, pero sé que no son como yo, ellos son peregrinos del Camino de Santiago.

De pronto como surgido de la nada una idea me llena la mente.

Hago un recuento rápido de lo que poseo: lo que lleva puesto, una muda, saco, una toalla,mi documentación, 240 euros y el resto de mi vida por delante.

No me lo pienso y me pongo a seguir a los peregrinos.

Para las próximas semanas ya me he buscado trabajo, luego ya veremos.

Las múltiples vacaciones con una simple mochila y un saco de antaño, me servirán de experiencia para este comienzo de mi nueva vida.

Esta entada se vuelve a subir por cambio en el programa web. Su primera edición fue: 11 de noviembre de 2020