Manuel » La izquierda del Rey»

Esa mañana el gato Manuel, «La izquierda del Rey», se había levantado de mal humor. Su amo, bueno, ese que decía que él era su amo, cada día era más vago.

Manuel era un gato que vivía en palacio. Un día, viendo la tristeza que invadía al joven príncipe por no encontrar a su soñada princesa, le dijo que él podía localizarla. Presto a ello, viajo por el reino y volvió con una joven doncella de la que el príncipe se enamoró al momento.

En que hora lo hizo, porque en cuanto se casó y fue coronado rey, comenzó a desentenderse de sus obligaciones.

Se dedicó a la buena vida, viajar con su princesa y cazar. Para ello, abusando de la buena fe del Gato con Botas «que así lo conocían por ir siempre calzado con ellas» le endiñó el manejo del reino y todo el trabajo sucio.

Por todo ello, Manuel, estaba hasta más arriba de los bigotes.

Un día que hubo audiencia Real, cosa rara en los últimos tiempos, le entregó al Rey su carta de dimisión, sus botas, el gorro y la espada.

El Rey no se lo tomo muy bien, pese a todo lo que le debía. Mandó buscarlo para que lo llevaran a su presencia. No lo pudieron encontrar.

Sin sus botas, espada y gorro era como un gato más de los miles que había en el reino.